lunes, 24 de diciembre de 2012

Los enemigos de la democracia están entre nosotros y nosotras

Óscar Rodríguez Vaz. Vitoria-Gasteiz


Página 14, segundo párrafo: "Para los antiguos griegos, los dioses castigan el orgullo de las personas que quieren ocupar su lugar y creen que pueden decidirlo todo. Para los cristianos, el hombre carga desde que nace con el pecado original, que limita seriamente sus aspiraciones. Los habitantes de los países democráticos modernos no creen necesariamente en los dioses ni en el pecado original, pero el papel de freno de sus aspiraciones lo desempeña la propia complejidad del tejido social y del régimen democrático, las múltiples exigencias que éste tiene que concilair y los intereses divergentes que intenta satisfacer. El primer enemigo de la democracia es la simplificación, que reduce lo plural a lo único y abre así el camino a la desmesura".

Este párrafo me enganchó a un ensayo que habla del pasado, muestra un compromiso con el presente, pero que sobre todo, en mi opinión, da una serie de pautas de lo que no debe ser el futuro. Y para evitar un futuro indeseable no debemos protegernos de fantasmas, de manos negras, del otro, del enemigo exterior. No, nuestros mayores peligros residen en nuestro interior, en nuestras pautas de conducta: en el mesianismo (sé cómo arreglar el mundo y lo voy a hacer como sea), en el ultraliberalismo (las penurias de los parias son daños colaterales por el bien de la economía) y el populismo y la xenofobia (crecimiento del nacionalismo excluyente).

A mí me gusta su tesis porque parte de la base de que nuestro destino no es más que la suma de las voluntades de todos y cada uno de nosotros y nosotras. Y me parece especialmente sugerente su idea de provocar una "primavera europea". Como depende de nuestra voluntad, ¿por qué esperar a Europa? ¿Y por qué esperar a España? ¿Qué tal si intentamos cambiar nuestro ámbito más cercano? Si lo que hacemos es bueno y se tiene que contagiar, ya se contagiará, ya!!!

Resumen de la presentación del libro en Madrid a cargo de Todorov pinchando aquí.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Pagas extraordinarias, unanimismos, iglesias, homenajes, bufones y moscas cojoneras

Imanol Zubero. Bilbao.

 
"La obediencia es el mecanismo sicológico que hace de eslabón entre la acción del individuo y el fin político. Es la argamasa que vincula los hombres a los sistemas de autoridad. Tanto hechos de la historia más reciente como la experiencia de la vida de cada día nos hacen pensar que para no pocas personas la obediencia puede ser una tendencia de comportamiento profundamente enraizada, más aún, un impulso poderosísimo que pasa por encima de la educación ética, de la simpatía y de la conducta moral". [Stanley Milgram, Obediencia a la autoridad. Un punto de vista experimental, Desclée de Brouwer, Bilbao 1980].

¿A nadie se le encendió una lucecita de alarma que advirtiera de lo impresentable que resulta el hecho de que altos cargos del Gobierno Vasco cobren la extra de Navidad con la que está cayendo, por más legal que ello resulte? Desde que esta mañana he leído la noticia no salgo de mi asombro. Ni de mi cabreo.

El ensimismamiento creciente es la característica más definitoria de la democracia representativa, tal y como se practica en la actualidad. Su expresión más grosera y burda la encontramos en esos políticos a los que
se les calienta el twitter y en esas políticas a las que les pierde su idiotismo moral.


Cualquiera puede tener un mal día, claro que sí, y meter la pata. Pero el problema no es ese, no se trata de un problema solo individual. El auténtico problema es el entorno de esas personas, que les ríe las gracias y les aplaude las ocurrencias. El problema es que no hay nadie en su entorno político que de inmediato les pare los pies, o la boca, o el twitter. Ese es el problema. Un problema que se hace más grande cuanto más poder acumula la persona que suelta el chiste burdo, que extiende el rumor maledicente, pero también que toma la decisión política equivocada o cuyas consecuencias resultan insoportablemente gravosas.
Y lo que en el caso de personajes de probada cortedad intelectual o moral se expresa en la forma de grosería y de ofensa, en otros casos se convierte en problema político de primer orden.

Cuando hace un año me encontré en la tesitura de tener que exponer ante el grupo parlamentario socialista las razones por las que no estaba dispuesto a apoyar la
reforma de la Constitución para establecer un límite al déficit público, solicité públicamente del entonces candidato a la presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, que en su equipo de colaboradores más cercanos incluyera, además de las y los inevitables cortesanos, un bufón. Me consta que a todos los presentes en aquella reunión mi solicitud les pareció una impertinencia. No era esa mi intención.


El bufón representa, al menos así lo entiendo yo, a ese personaje que está en la corte pero no es un cortesano, que se sienta junto al trono del rey pero que no aspira a ocuparlo, que le recuerda al gobernante su humana conditio.


Seguramente no era aquel el momento de hacerlo, pero lo que intentaba comunicar con aquella intervención era una convicción: que la manera en la que se recluta a los miembros que conforman los equipos que acompañan y aconsejan a los dirigentes políticos, primando sobre todo el coleguismo y la identificación plena, la lealtad entendida como comunión plena de opiniones y convicciones, es una tragedia para la acción política en estos tiempos en los que la incertidumbre exige más reflexión, más contraste, más deliberación y más atención crítica que nunca. A lo largo de los casi cuatro años que pasé en el Senado tuve ocasión de vivirlo personalmente.


La lealtad malentendida como unanimismo acrítico, como seguidismo de la decisión del líder, conforma ecosistemas políticos en los que la diversidad de opiniones, de experiencias y de percepciones desaparece por completo. Expresiones y consecuencias de este empobrecimiento opinativo y experiencial son los llamamientos a cerrar filas, la penosa práctica de "lavar los trapos sucios en casa", el control de la crítica mediante la selección del personal y la condena de la discrepancia.

Como cuando 
Otegi ensalzaba recientemente la figura de Txomin Zuloaga con estas palabras: "jamás se le oyó alzar la voz en los debates, ni explicitar sus críticas en público si con ello podía dañar a la izquierda abertzale y siempre se mantuvo en primera línea". Lo más preocupante, en este caso, es la manera en la que Otegi reescribe la historia de la izquierda abertzale, falseándola, y la del propio Txomin Ziluaga, al obviar el pequeño detalle de que este fue expulsado en 1988 precisamente por expresar públicamente sus críticas a ETA tras el atentado de Hipercor. Por cierto: en el año 2000, cuando supo que mi nombre había aparecido entre los papeles del comando Buruntza, Txomin, compañero en el departamento de Sociología de la UPV/EHU, me ofreció generosamente su apoyo y hasta su casa.

La sustitución de los debates por actos de propaganda, los
argumentarios reducidos a una retahila de consignas, la postergación de las voces discrepantes a la hora de conformar listas electorales o puestos de dirección, han convertido a los partidos políticos en auténticas iglesias, en el sentido que la Sociología de la religión da a este término: "una organización predominantemente conservadora, relativamente afirmadora del mundo, dominadora de masas y, por ello, tendiente en su mismo principio hacia la universalidad, es decir, a abarcarlo todo" [Ernst Troeltsch]. Iglesias que llevan consigo su forma de ser y de actuar cuando acceden a las instituciones del Estado.


Y por cierto que era eso, un acto litúrgico, pleno de alabanzas y aclamaciones al líder y a su capacidad de visión y de sufrimiento, a medias entre el providencialismo y lo martirial ("el pueblo español sabrá reconocer nuestro sacrificio"), lo que me parecía estar viendo aquella noche en la que decidí expresar públicamente, porque me parecía lo más normal del mundo hacerlo, mis discrepancias con una decisión que sigo considerando profundamente equivocada. Teología e incienso, mucho incienso.

Así pues, y volviendo al caso que motiva este comentario: ¿de verdad nadie reparó antes de llegar a esta situación -ya irreparable, incluso si se devuelve la extra cobrada- en las consecuencias de una noticia como la que hoy hemos conocido? ¿No había ningún bufón en el organigrama del Gobierno? Tendré que consultarlo. Por cierto: ¿y en el del nuevo Gobierno vasco?

jueves, 13 de diciembre de 2012

Contra la dimisión de los ciudadanos

Óscar Rodríguez Vaz. Vitoria-Gasteiz

¿A qué se debe el creciente divorcio entre ciudadanos y partidos? ¿Sobran políticos y faltan expertos? ¿Representan los políticos a quienes dicen representar? ¿Viviríamos mejor sin política? ¿Padecemos un exceso de burocracia? ¿Podrá internet resolver los males de la política democrática?

Son apenas seis de las decenas de preguntas se se tratan de responder en un ensayo (o en una serie de mini-ensayos) titulado "Política para apolíticos. Contra la dimisión de los ciudadanos", en el que la justificación inicial que hace Josep M. Vallés es especialmente sugestiva.

Algunas de las respuestas pueden causar una sensación decepcionante – “vaya, eso también se me había ocurrido a mí”, pensará el lector en más de una ocasión –, pero es que muchas veces se trata sencillamente de aplicar el sentido común en clave de progreso al conocimiento de la realidad socio-política que nos está tocando vivir. Eso hacen, a mi juicio, los diez profesores universitarios que escriben esta obra. Y eso sencillamente hace recomendable su lectura.

Pinchando aquí puedes encontrar el índice y el prólogo de Vallés que he mencionado.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Investigar por dignidad democrática

Odón Elorza. Donostia

Hoy se han recibido los 40.000 millones para sanear las entidades financieras españolas. Es un buen motivo para recordar, mientras Montoro divaga en la tribuna del Pleno de "control al Gobierno", que no existe una Comisión de INVESTIGACIÓN del Parlamento para depurar responsabilidades. Me parece una vergüenza que -por impedirlo el PP- el Congreso no pueda crear la Comisión de Investigación sobre el proceder de los responsables de todo tipo y color de Bancos y Cajas que han dejado agujeros negros no explicados y que venimos pagando entre todos. Bueno maticemos, entre los sectores más castigados por la crisis y las medidas de Rajoy y del PP.

La ciudadanía, los principios democráticos y la propia dignidad de las instituciones exigen la máxima transparencia para una cuestión que resulta clave por su incidencia en la crisis económico-financiera que sufrimos. Porque no se podrá pasar la página de la historia sobre la mala gestión bancaria sin una rigurosa investigación política, además de la obligada acción judicial.

Se me podrá acusar de ingenuo, como militante socialista, por insistir en esta exigencia democrática. Pero no cabe ninguna excusa para rechazar la creación de la Comisión investigadora sobre Caja Madrid-Bankia y las demás implicadas. Y menos aún la impresentable teoría del ventilador, salpique a quien salpique, porque no me importa quienes estuvieran al frente, dicho con claridad. Tampoco el hecho de que el PP cuente con mayoría absoluta y tratara de condicionar el funcionamiento y las conclusiones de la Comisión. Esas estrategias retratarían a sus autores.

Según pasa el tiempo y vamos conociendo más datos de supuestas ilegalidades y corruptelas en la gestión (provoca escándalo social la noticia reciente de las ayudas concedidas por Blesa en Bankia a Díaz Ferrán) más me irrita que el PP impidiera una investigación política que es una función básica e irrenunciable del Parlamento.

No podemos arriar esta bandera. Y como diputado socialista no estoy dispuesto a olvidar tanta irresponsabilidad y tanta sinvergüencería.

domingo, 9 de diciembre de 2012

PSOE, tú antes molabas


Otan de entrada no
5 de julio de 1985, la España recién salida de la transición, la que se recuerda en imágenes televisadas de baja calidad, aprueba la ley que despenaliza el aborto en función de una serie de supuestos a propuesta del PSOE.

25 años después, el 5 de julio otra vez, entra el vigor la ley de interrupción voluntaria del embarazo. La propone el PSOE.

OTAN SíAño 1986, 12 de marzo. Ese día se votaba un referéndum en España para ver si permanecíamos en la OTAN o no. Lo propone el gobierno del PSOE. La pregunta en concreto era: "¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?". Ganó el Sí con un 52,5%.


3 de julio de 2005: Entra en vigor la ley que regula el matrimonio entre personas del mismo sexo. La ley fue propuesta por el gobierno del PSOE.

30 de noviembre de 2006: Se aprueba en el Congreso de los Diputados la ley de Dependencia, o como se debería llamar, la ley de autonomía personal, que pretende beneficiar a los 2 millones de ciudadanos españoles que tiene algún grado de dependencia.

Y no hay que olvidarse de la implementación de la sanidad pública (no fue Franco, no), de la posición ante el divorcio, de la educación para todos hasta la universidad, de las pensiones, de la europeización de España... ¿Qué queda de esa actitud del PSOE que le hacía ser vanguardia en lo político y en lo social?

¿Qué pasó en el PSOE desde que estalló la crisis?

A lo largo de los años se han ido asumiendo dos premisas:
  1. que el PSOE es un partido con vocación de gobierno y
  2. que las elecciones se ganan en el centro político.
Pero ambas dos premisas ya no son válidas: por una lado, el PSOE tiene la menor representación institucional de la historia; y por otro lado la derecha arrasa con un discurso populista (véase Galicia, Valencia, Madrid, Euskadi, Cataluña, etcétera, etcétera).

Con esas premisas invalidadas es donde entra la "reflexión profunda" que se ha proclamado desde todas las ejecutivas socialistas que se han dado un batacazo.

¿Y ahora qué?

Sin lugar a dudas, es hora de debatir a calzón quitado, empezando desde cero, sin vergüenzas ni complejos, y sacar adelante cuanto antes las decisiones que salgan de ese debate. No es una refundación, ni una pelea de gallos, ni un funeral con camisas rasgadas y lágrimas de cocodrilo. Pero sí es necesario determinar cómo convertimos al PSOE en un partido útil para toda la sociedad. No me refiero sólo a los mecanismos que permitan a la sociedad participar en el Partido (modelo de Partido), sino también qué políticas propone el Partido.

Lo digo porque la socialdemocracia ha sido cómplice de la situación actual, de esta estafa que estamos viviendo. Me refiero a la socialdemocracia europea en general y al PSOE en particular. Me temo que hay que decirlo así como suena; y me importa poco si esa complicidad se debe en mayor medida a la acción o a la omisión. Es triste reconocer que hasta hace pocos años reíamos las gracias negábamos la crisis y minimizábamos los recortes de Zapatero. Llegamos a argumentar que todo eso era necesario: al fin y al cabo "el sistema es así", decíamos (como dice la derecha ahora); y todos acabamos mirando para otro lado.

Por ejemplo, nos decían que había que privatizar compañías eléctricas, y tragamos. Que había que reformar la universidad, y lo hicimos. Incluso nos creímos desde el principio que para mejorar la educación pública, teníamos que inventarnos la educación concertada. Que había que abrir el comercio en festivos para fomentar el turismo y lo apoyamos; hasta queríamos entrar en el consejo de los cajasbancos aunque estos perdieran la obra social... Por no hablar de apoyar los presupuestos de las instituciones que gobernaba la derecha, por responsabilidad... ¡Joder, se me atraganta tanta responsabilidad! En fin, mejor no sigo porque hay mil ejemplos.

Los socialistas nos acabamos creyendo que el "laissez faire", ese que parecía que no iba con nosotros, el de la globalización, el que iba poco a poco, al que sólo se le oponían los perroflautas antisistema, era bueno y sobre todo necesario. Todo iba bien: el españolito medio miraba hacia arriba y se creía que podía llegar a ser alguien porque se iba de vacaciones (al menos una vez al año), tenía un coche, dos televisores, un ordenador y salía a cenar todos los sábados que le daba la gana. En definitiva había asimilado el ocio con el consumo. Y el problema era precisamente ese: que dejamos de ver obreros, para pasar a ver consumidores. Pasamos de preocuparnos de los currelas a preocuparnos por los que "generan empleo", es decir, los grandes empresarios y otras élites que se escapan del control democrático.

Y cuando lo malo del sistema se nos ha venido encima, estamos en fuera de juego. Porque el sistema con el que hemos querido jugar, es así. No hay ni trampa ni cartón. No hay más... Pero la pregunta es: ¿Nos atrevemos a cambiarlo? Si no nos atrevemos, nunca dejarán de vernos así:
Trazas de socialismo en el PSOE
(Fuente: Público.es)
¡Normal que cada vez seamos más los que nos declaramos en rebeldía respecto de este sistema!

En fin... esto no es un mea culpa (aunque estoy convencido que hay que enmendar), ni una llamada al marxismo que abandonamos los socialistas el año 74 en Suresnes, ni  a la reformulación de terceras vías de distinto pelaje... Pero hay mucho que debatir para volver a ser vanguardia.

martes, 4 de diciembre de 2012

La regeneración del socialismo alavés

Juan Carlos Alonso. Vitoria-Gasteiz

Creemos firmemente que es precisa una regeneración del PSE-EE de Álava que recupere e incorpore los valores fundamentales del socialismo, adaptados a nuestra realidad actual: las personas como prioridad, el trabajo, la honestidad y la austeridad, la transparencia, el debate crítico, y la participación. Nuestro principal afán de cara al próximo Congreso del socialismo alavés es el de definir una nueva forma de trabajar, pegada a ras de suelo, próxima a la gente, en la que la cercanía y la inmediatez sean nuestras señas de identidad.

Reivindicamos la cohesión del PSE de Álava. Pero ésta debe ser fruto de un proceso de suma de ilusiones, de discusión de ideas, de aportación de propuestas. El Partido Socialista no es un mero repetidor de consignas, sino una fábrica de pensamiento. Y, consecuentemente, no vestimos uniforme ni pensamos de forma clónica, ni consumimos ideas enlatadas o precocinadas. Hay diferentes culturas y diferentes opiniones; un mestizaje de orígenes e ideas que nos hace mejores y que aporta matices que enriquecen el proyecto en su conjunto.

Defendemos la pluralidad, hacia dentro y hacia fuera. Y esa es nuestra grandeza. Por tanto, uniformidad, consignas o adhesiones inquebrantables son conceptos extraños a la socialdemocracia; porque el disenso, la discrepancia y el debate no constituyen ruptura ni deslealtad alguna. La crítica, y la autocrítica fundamentalmente, son inherentes a la izquierda.

En ese sentido, apostamos por un desarrollo del proceso congresual en Álava en plena libertad, obedeciendo a nuestra tradición histórica, con contraste de ideas y de formas de hacer. Por eso, los nombres no son nuestra prioridad principal. Lo importante es el modelo, una nueva forma de hacer política en que todas y todos somos necesarios. El próximo proceso congresual debe servirnos para comprometernos en la búsqueda de nuevas ideas en torno a las que redefinir un proyecto de hondo calado progresista. Este es nuestro impulso.

Necesitamos interpretar adecuadamente una nueva realidad, junto con las causas de la desafección de la ciudadanía hacia la política. Analizar por qué la gente que nos apoyó en el pasado no encuentra hoy razones para revalidar su confianza. Ahora toca. Nuestra opción, por tanto, es una propuesta de regeneración, con objetivos relevantes como los de rearmar, resetear o refundar, si se prefiere, el socialismo alavés, devolviéndole la utilidad a la política para dar respuesta a los problemas de la gente. Se trata, sin duda, de la legítima aspiración de convertir la indignación en acción política, a través de propuestas construidas de la mano de la gente en torno al socialismo alavés.

En mi opinión, el socialismo debe diseñar la pista de aterrizaje de los progresistas alaveses. Y para ello es inaplazable abrir el partido y modernizarlo sin complejos. Para ello debemos incorporar con naturalidad mecanismos de primarias, listas desbloqueadas o listas abiertas, nuevos modos más directos de elección de nuestros representantes, tanto orgánicos como institucionales, que hagan posible y creíble un proyecto compartido para la izquierda alavesa.

Para ello es básico depositar la confianza en militantes y simpatizantes, habilitando mecanismos de participación efectivos. Ecologistas, izquierdas huérfanas, vasquistas, republicanos, en fin, todos aquellos empeñados en convertir la indignación en acción política y recuperar la utilidad de la política. Nuestro secretario general ha dicho que nuestro viejo partido se ha vuelto un partido viejo y los congresos son la ocasión de renovarlo, de modernizarlo, de revitalizarlo, de regenerarlo para recuperar la interlocución permanente con la sociedad. Interlocución con quienes padecen los efectos de la crisis. Con los que hoy son los parias de la tierra, los licenciados mileuristas, los universitarios sin opciones, los indignados, los pequeños empresarios y autónomos, los jóvenes que se quedan en la cuneta, los que emigran sin saber si regresarán. Los cooperantes y los dependientes. Quienes aguardan un desahucio o un ERE. Con los más de 27.000 parados alaveses.

Nos aguarda una tarea titánica, pero apasionante. Y eso se hace abriendo de abajo a arriba el partido; sin miedos, sin complejos. Si somos capaces de llevar el socialismo a pie de calle, de estar con la gente y de escucharla, de abrir el partido a la sociedad, recuperaremos la utilidad de la política. En Álava el socialismo está vivo. Y los socialistas estamos dispuestos a impulsar una regeneración que nos haga acreedores a la confianza de los ciudadanos y ciudadanas alaveses. Confiamos en estar a la altura.
 

(Artículo publicado en El País - País Vasco el 3 de diciembre de 2012).

lunes, 26 de noviembre de 2012

Mas, ¡Dimite!

Juan Zubillaga. Bilbao
Estoy viendo 24 horas, Estoy mirando los resultados de las elecciones catalanas. Me parece interesante comparar lo que han dicho que pretendían obtener y lo que han obtenido las diversas candidaturas.

Si nos fijamos en el PSC, sus resultados no han sido brillantes, pero lo cierto es que superan lo que muchos socialistas esperaban. Pero si  consideramos el caso de  CIU, resulta que no han obtenido lo que decían que esperaban.

Pido a mis lectores que centren su atención en la foto obtenida de la televisión 24  horas:
Artur Mas contando una milonga. El señor Durán con mirada atenta, como un perro preocupado por lo que Artur va a decir..
Porque si algo está claro es que Artur Mas quiso que se hicieran esas elecciones (Durán no lo compartía) y que Artur Mas es el responsable de haber obtenido 12 diputadps menos, cuando el pretendía 6 más (valga la redundancia). Si Artur Mas tuviese vergüenza torera dimitiría y ello aumentaría la credibilidad  de su partido y de todo el sistema democrático.

Lo más probable es que no suceda así, porque la costumbre parece ser "yo no me voy hasta que me echen". Así nos va en política en este país.

martes, 20 de noviembre de 2012

Mamporrero

Juan Zubillaga. Bilbao
Toda organización jerárquica genera inevitablemente tipos que se encargan de decir lo que sus jefes piensan pero no dicen para no mancharse. Es lo que popularmente se conoce como mamporreros. Los partidos políticos no suelen escapar de esta fauna.

Jose Ramón Blazquez tiene una dilatada trayectoria en estos menesteres, por otro lado es consultor de comunicación y hay que creer que dada su profesión sabe el valor de las palabras y por tanto el significado que tienen las cosas que dice. Pues la verdad es que no se corta. Esto es lo que decía en un artículo de opinión publicado en el diario Deia el pasado 25 de octubre.
“Supongo que, después de tres años y medio de ignominias y sectarismo antinacionalista, el cuerpo nos pide responder con dureza a los agravios recibidos y poner en marcha la demolición de la herencia del Gobierno López. Sería un error y añadiríamos un daño más al desastre que el trienio españolista ha proporcionado al país. Nos conviene, por responsabilidad, una actitud de serenidad y asumir que el nuevo e ilusionante escenario exige ciertas renuncias y contención, no replicando a aquella revancha con otra revancha opuesta, lo cual no excluye la higiénica clausura de los comederos abiertos por la trama PSE+PP en la administración vasca y también en EITB, sistemáticamente comisariada, ni dejar impunes los quebrantos que se detecten en las arcas públicas tras la pertinente auditoría. Es preciso comprender la naturaleza innovadora y positiva del mensaje electoral de Urkullu, los grandes acuerdos, tan difíciles pero necesarios, que requerirán cierto olvido y generosidad, más de lo que emocionalmente estamos dispuestos a ofrecer.”
Fíjense conmigo en eso de “la higiénica clausura de los comederos abiertos por la trama PSE+PP en la administración vasca y también en EITB”. ¿A qué les suena la frasecita de marras? ¿A Goebbels? ¿Al doctor Mengele? Elijan porque esto es lo que opina alguien que quiere “grandes acuerdos, tan difíciles pero necesarios, que requerirán cierto olvido y generosidad, más de lo que emocionalmente estamos dispuestos a ofrecer.

domingo, 18 de noviembre de 2012

DESAHUCIOS, PP Y DECISIÓN INSUFICIENTE

Odón Elorza. Donostia.


El PSOE, ante el drama de los desahucios y del que nos sentimos corresponsables, no debe eludir un diálogo con el gobierno. Ya antes habló con colectivos de afectados. Así y tras 3 reuniones en Moncloa anunciamos que NO estamos de acuerdo con el Decreto Ley del Consejo d Ministros por considerarlo insuficiente. Además, se demuestra el fracaso del Código voluntario de Buenas Prácticas que nos "vendió" el Ministro De Guindos.

Pero seguiremos dialogando con el PP, con otros partidos del Parlamento y colectivos sociales para explicar a fondo nuestra proposición de ley, la que anunciamos en marzo, con el objetivo de lograr que se tramite con urgencia y se pacten contenidos que supongan soluciones justas y definitivas para los deudores hipotecarios insolventes de buena fe y de una vivienda habitual. Para ello, el gobierno del PP tendrá que mojarse ante la ley del PSOE, aclarar compromisos con el BCE, hacer números y exigir el cumplimiento de la nueva ley a todas las entidades financieras.

La ley integral del PSOE sobre desahucios, insolvencia y sobreendeudamiento familiar sería de obligado cumplimiento para Bancos que reciben fondos públicos y están participados por el FROB. Supone la reforma de la ley hipotecaria y otras cuatro más y se equipara con la normativa Europea en esas materias.

La ley del PSOE incluye la dación en pago y posibilidad de continuar en la vivienda en régimen de alquiler, un procedimiento nuevo de convenio concursal extrajudicial entre las partes y ante Notario, reestructuración de la deuda, tasación objetiva del piso, etc..

En este importante asunto que afecta a miles de familias se ha demostrado que ciertas fuerzas buscan el objetivo de censurar y despreciar a priori cualquier posición política del PSOE. Hasta el punto de que durante estos días he leído insultos y denuncias en las redes contra un supuesto acuerdo que no se conocía porque no existía. Es más, daban por seguro que el PSOE se "vendería" al PP. ¡En fin!

A buenas horas mangas verdes.

Juan Zubillaga. Bilbao
Leo en etimologias.dechile.net un comentario sobre el origen etimológico de la palabra desahucio:
“La palabra desahuciar es una formación romance con el prefijo des- (que procede del latíno dis-) y que indica inversión de una acción, y del arcaico verbo afuciar, formado con a- (del latín ad-) y el verbo latino, con su f ya aspirada, fiduciare (dar una confianza, avalar, garantizar). Desahuciar es pues quitar toda confianza, igual si lo aplicamos a un enfermo terminal (quitar toda confianza en la recuperación o salvación) que si despedimos a un arrendatario (se retira la confianza que en él se tenía y se produce el desahucio). La raíz es la del verbo latino fidere (tener confianza) y comparten raíz palabras como confiar, fiar, fidelidad, fianza, federal, etc.”
Si nos atenemos a la etimología no hay duda de que hay una pérdida de confianza en los partidos por parte de la ciudadanía según concluyen todas las encuestas. Podemos decir por tanto que, en puridad de sentido, los partidos políticos están desahuciados. Aunque nadie cree que les vayan a quitar las sedes.

La política presenta momentos muy hermosos. Es la política la que ha consolidado, al menos por un tiempo, derechos fundamentales que están en la raíz de la sociedad democrática. Muchas veces los políticos han impulsado grandes avances sociales y lo han hecho liderando a la sociedad para resolver un problema. Hace pocos días el Tribunal Constitucional declaró plenamente constitucional el matrimonio homosexual, recordándonos uno de los hechos positivos que ocurrieron durante los gobiernos Zapatero. La petición de legalización del matrimonio homosexual era una tendencia creciente dentro de la sociedad, pero no era ni mucho menos mayoritaria. Sin embargo el presidente Zapatero tuvo la suficiente visión como para arrostrar las críticas feroces de toda la carcundia. Hoy la votación del Constitucional ha dinamitado la tradicional división progres-conservadores con un contundente ocho a tres y la sentencia ha recibido el apoyo de sectores muy significativos del Partido Popular. Es el arte del buen político que identificando un deseo creciente de la gente lo impulsa y lo convierte en algo generalmente aceptado. Cuando esto ocurre no aumenta la desconfianza hacia los políticos, todo lo contrario.

El asunto de los desahucios es otra cara de la actividad política. El avance de la crisis se plasma gráficamente en el contraste entre las ayudas que recibían y reciben los bancos desahuciados, con la ejecución cruel de desahucios sobre personas sin medios económicas y ninguna perspectiva de poder tenerlos. Pues bien, aunque algunos miembros de los partidos con mayor respaldo electoral han hecho declaraciones sobre la necesidad de arreglar este problema, la verdad es que los partidos políticos como tales han permanecido en este tiempo impasibles como don Tancredo.

La indignación contra los desahucios que ya es hoy un terremoto social viene fraguándose desde hace un tiempo y ha crecido fundamentalmente a espaldas de la actividad política de las principales instituciones representativas. Empezaron los grupos de activistas vecinales, los de extrema-izquierda y los menos extremos, la iglesia de base, los programas de televisión de denuncia, los partidos pequeños, los alcaldes... Luego, la cosa fue a más, el drama de los suicidios, las encuestas que indicaban que el 90% de la población estaba muy preocupada por esto… Y, finalmente, hasta los jueces, la iglesia institucional e incluso algunos bancos (olvidémonos lo que tiene esto último de paripé) se fueron pronunciando antes de que los partidos mayoritarios abandonasen su mutismo.

¿Porqué los partidos han tenido este papel tan decepcionante? Una primera explicación reside en la particular relación que tienen con los bancos, es decir, el temor reverencial que muestran ante ellos y por supuesto las deudas que mantienen, algunas condonadas. Pero esto no me parece suficiente. Creo que hay al menos otra razón que reside en el propio funcionamiento de los partidos: me refiero a su pérdida de capacidad para enterarse de lo que pasa en la sociedad, a que están más centrados en otras facetas de la administración del poder como el reparto de puestos y la vigilancia mutua interna y externa. ¿Qué ha hecho que los dirigentes socialistas hayan esperado hasta hace muy poco tiempo para expresarse con contundencia sobre el tema? ¿Era prudencia? ¿Era interés? o ¿Era ceguera y desconexión? En cualquier caso, son bienvenidas sus rectificaciones, aunque sean tardías. El gobierno acaba de dictar un decreto sobre el tema y el partido socialista ha tenido el buen gusto de declararlo insuficiente.




viernes, 16 de noviembre de 2012

A favor de Cataluña en España

(Para adherirse al "llamamiento" enviar un correo a: jfabrau@terra.es)


Varios centenares de intelectuales y profesionales han firmado en Cataluña un llamamiento a favor de la izquierda y del federalismo para responder al creciente secesionismo estimulado por Convergència i Unió, desde el Gobierno de la Generalitat, así como por otras fuerzas políticas de afinidad nacionalista.
Queremos atender esa llamada porque los promotores de una independencia inmediata de Cataluña aducen beneficios obviando penosas consecuencias para todos. Además se eximen de responder a los ingentes problemas que, como europeos, como españoles, como ciudadanos de una comunidad autónoma y como vecinos de un municipio, nos plantea la crisis económica y la incapacidad que aquí y en Europa se advierte para adoptar decisiones válidas. Añadir una propuesta de secesión augura el desbordamiento a corto plazo del malestar social al que nos viene arrastrando el súbito empobrecimiento y el vértigo de la desesperanza de un número creciente de ciudadanos.
Los independentistas convierten su particular idea de España en el chivo expiatorio sobre el que cargar todos los malestares. Abonan así el terreno a la exigua minoría que, desde el resto de España, se propone hacer otro tanto con su particular idea de Cataluña. La afirmación de que España perpetró agresiones contra Cataluña es una desgraciada manipulación del pasado, que olvida deliberadamente cómo en los conflictos y guerras civiles en los que todo el país se vio envuelto, los catalanes, al igual que el resto de los españoles, se dividieron entre los diferentes bandos.
Ni Cataluña está sometida a un expolio por parte de España, ni el común de los españoles alberga sentimiento alguno de menosprecio hacia ella. Bien al contrario: Cataluña suscita afecto, admiración y reconocimiento, entre otras razones porque sin ella, sin su lengua, sin su cultura y sin su aportación solidaria, no puede entenderse la España democrática. Las fuerzas políticas que han abrazado el independentismo calculan que, dada la drástica reducción de los recursos del Estado y los padecimientos de la crisis, sería llegada la hora de pugnar por sus aspiraciones maximalistas, sin atender al orden constitucional pactado por todos.
En Cataluña existe un profundo sentimiento nacional, del que el resto de los españoles es plenamente consciente. De ahí que sostengan con firmeza que haya de ser reconocido e integrado de nuevo en el seno de instituciones compartidas. No obstante, si ese sentimiento de forma mayoritaria se manifestara contrario de modo irreductible y permanente al mantenimiento de las instituciones que entre todos nos dimos, la convicción democrática nos obligaría al resto de los españoles a tomarlo en consideración para encontrar
una solución apropiada y respetuosa: los ciudadanos de Cataluña tienen que saber que éste es nuestro compromiso irrenunciable. Pero tienen que saber también que en el resto de España y en la misma Cataluña hay muchas voces que apuestan por seguir avanzando juntos.

El programa de construcción nacional incentiva a los independentistas a sentirse víctimas de una opresión por parte de España, a rechazar la toma en consideración de las propuestas de entendimiento y a silenciar o relegar a todos aquellos ciudadanos catalanes que no suscriban ese programa de secesión. La transición de la dictadura a la democracia se hizo de la ley a la ley pasando por la ley. Ahora, paradójicamente, los independentistas para llevar adelante su denominada transición nacional se proponen violentar la ley democrática, hecha por todos y para todos, con el propósito de alumbrar una ley nueva, hecha sólo por los que se sienten llamados a una misión sin contar con los demás. En la aritmética política sucede que el orden de los factores altera el producto.

Ni España, ni la Constitución de 1978 ni el Estatut de 2006 niegan a los ciudadanos de Cataluña ejercer su derecho a decidir; son los partidos que apoyan la fulminante independencia de Cataluña quienes confunden las opciones al concurrir, una tras otra, a las citas electorales con programas edulcorados, indoloros y sin coste político, social o económico alguno, pensando ampliar así sus apoyos en las urnas.

Es preciso que CiU y otras fuerzas de afinidad independentista asuman sus graves responsabilidades en la equivocada gestión de la presente crisis económica y en los abusos en que incurrieron y dejen de exculparse bajo el supuesto expolio perpetrado por España. Esa estrategia de exculpación les ahorra el debate económico y social que necesitan tanto Cataluña como el resto de España, exacerbando y absolutizando, en su lugar, un debate nacional y nacionalista.

Consideramos, además, que todas las fuerzas democráticas deberían sumarse en la búsqueda de un mejor encaje institucional para Cataluña, de una financiación más justa y de una federalización del deteriorado Estado de las autonomías, que inscriba en su norma suprema la solidaridad inter-territorial y los criterios de su aplicación compatibles con el esfuerzo común de todos y el principio de ordinalidad. Por ese camino podremos seguir ampliando las cotas de libertad, igualdad, progreso y respeto mutuo logradas con la Constitución de 1978.

Madrid, 24 de octubre de 2012

lunes, 12 de noviembre de 2012

El valor político de la discrepancia

Antonio Gutiérrez-Rubí. Asesor de comunicación. Artículo publicado en la IDEAS.


"Cuando un partido se da cuenta de que un afiliado se ha convertido de un adepto incondicional en un adepto con reservas, tolera esto tan poco que, mediante toda clase de provocaciones y agravios, trata de llevarlo a la defección irrevocable y de convertirlo en adversario; pues tiene la sospecha de que la intención de ver en su credo algo de valor relativo que permite un pro y un contra, un sopesar y descartar, sea más peligrosa para él que un oposición frontal”. Friedrich Nietzsche

El hecho de que, en la mayoría de los partidos políticos, el número dos sea el secretario de organización es algo más que una casualidad o una tradición. Un lugar estratégico, justo detrás -y no necesariamente debajo- del máximo responsable del partido, sea el secretario general o el presidente del partido (según sea la cultura política). Una posición que inspira más temor que respeto, más reverencia que complicidad.
Es sorprendente esta posición jerárquica. Pareciera que para una fuerza política, y más en el ámbito progresista, las  propuestas, la acción política o la comunicación deberían ser áreas ejecutivas con mayor protagonismo y relevancia, asumiendo que no es posible el liderazgo electoral y social, si antes no se gana y se compite por el cultural y el de las ideas (ver todavía a Antonio Gramsci). Pero no. Los secretarios de organización mandan más. Mucho más.

Los partidos políticos que se organizan -la mayoría- a través de la cultura del centralismo democrático necesitan poderosos instrumentos de organización que rápidamente derivan en disciplina, no en procesos culturales de eficacia y eficiencia. Tal es el pavor que genera la discrepancia -que es vista como un cuestionamiento de la autoridad- que se le niega cualquier valor político. Pero ¿lo que se gana en supuesta homogeneidad es comparable con lo que se pierde en plasticidad y porosidad social?
Existe una grave incapacidad en las fuerzas políticas para ofrecer su pluralidad interna como un atractivo político en la sociedad de la diversidad. Esta limitación, que deriva en patología autoritaria, invoca la unidad y la lealtad como valores supremos que no pueden interpretarse desde la complementariedad ni desde la libertad. Ambas virtudes -personales y profesionales- son juzgadas peligrosamente en su articulación política colectiva. Se desconfía del autónomo y del libre pensador. Se premia al homogéneo y al silente.

En un lúcido y pedagógico artículo, El futuro (probable) del PSOE, Juan José Laborda (miembro del Consejo de Estado, senador constituyente en 1978 y presidente del Senado entre 1989-1996) aborda el tema de la pluralidad interna de los partidos, en particular en el espacio socialdemócrata, con gran habilidad y precisión. Y reclama un ambicioso programa de reformas que, entre otros desafíos, garantice que la selección de candidatos y dirigentes políticos para la representación se articule desde los principios de la diversidad y la democracia interna para ofrecer un nueva representación que recupere la legitimidad. “El fin de estas reformas no es otro que devolver a los ciudadanos confianza en los partidos políticos. La causa profunda de la desconfianza actual y por la que el PSOE no se recupera electoralmente está en la percepción ciudadana de que los partidos instrumentalizan las instituciones, en lugar de servir -como señala el artículo 6 de la Constitución- como instrumentos de “participación política”.

Y por si no queda claro, Laborda lo precisa, sin ambigüedades: “Buscar la representación de millones de individuos, de personas conscientes de sus derechos, exige aceptar plenamente el pluralismo. Eso quiere decir que el PSOE será una organización de personas que, pensando de distinta manera, son capaces de ponerse de acuerdo. Un partido así consigue que su democracia interna le permita aspirar al ideal aristocrático cuando propone sus candidatos a las instituciones. Las elecciones primarias para elegirlos son congruentes con lo dicho anteriormente. Pero esas elecciones solo obtendrán las virtudes que se esperan de ellas si todo el Partido Socialista se transforma como organización política, previamente a su convocatoria. Los votantes deben ser millones de personas, pues los afiliados no son representativos de la sociedad, sino una minoría que lucha para cambiarla. Y es una (frustrante) temeridad que se elija un candidato por primarias y el partido, como “intelectual orgánico”, decida todo lo demás, desde el programa electoral, al resto de los candidatos y cargos orgánicos” (fin de la cita)[1].

¿Quién teme a la libertad? Esta sigue siendo la pregunta clave. ¿Es posible abrazar un modelo de organización que no se esclerotice en la gestión del poder clientelar (listas y cargos) y en la lealtad acrítica? Es preciso recuperar un nuevo código de conducta interna que estimule la regeneración democrática y actualice la oferta política con otra cultura de la participación. Estas podrían ser algunas de las claves.

1. La diversidad de perfiles, caracteres y estilos enriquece y hace más atractiva una oferta electoral si aspira a ser representativa y mayoritaria. La pluralidad de nuestra sociedad se representa mejor con la pluralidad política interna, no con su negación o su ocultación.

2. La discrepancia estimula el combate de las ideas. Y es absolutamente compatible con la cohesión interna si se aceptan las reglas democráticas dentro de la organización. La lealtad del silencio es peor, siempre, que la lealtad de la libertad. Los ciudadanos deben percibir que hay matices, diferencias y estilos diferentes, pero que es posible estar juntos, competir unidos y ofrecer coherencia estimulante, no claudicante. Y competir, lealmente, cuando se producen los procesos de selección de liderazgos.

3. Los liderazgos políticos deben ser corales, si quieren establecer conexiones múltiples con la sociedad a la que se quiere representar y servir. Esto es clave. Es muy difícil que una sola persona (o muy pocas) representen bien la amplia gama de registros sociales y culturales que una profunda y transversal mayoría electoral significa. Equipos plurales para mayorías diversas.

4. Los retos (propuestas y soluciones) que hay que abordar deben resolverse con altísimas dosis de creatividad. Necesitamos soluciones nuevas. Disrupción y caos creativo. Hay que reivindicar -y estimular- la pluralidad interna, incluso la discrepancia -y no castigarla-, como fuente legitimadora de democracia y de soluciones plurales y creativas en la oferta política de los partidos. En el mundo de la innovación (empresarial, social, académica) la discrepancia, la heterogeneidad, la pluralidad, la diferencia son EL ECOSISTEMA natural para crear y desarrollar productos, servicios, ideas… Es así siempre; pero en la política, no. Cuando se buscan soluciones nuevas, estas no se encuentran en el mismo aire que se respira. Hay que abrir las ventanas.

La transformación de nuestros partidos en organizaciones porosas y creadoras de atmósferas y entornos de libertad y participación pasan por una profunda reconversión organizativa. Hay que hacer un reset total.

Los partidos políticos se mueven con un ADN cada vez más alejado de la realidad de nuestra sociedad. Jerarquía organizativa, frente a autoridad meritocrática. Centralismo radial, frente a redes distribuidas. Consignas políticas, frente a creatividad política. Cultura analógica, frente a realidad digital. Modelo vertical, frente a sociedad horizontal. Liderazgo unipersonal, frente a liderazgo coral.

No hay tiempo que perder. La discrepancia no es el problema. El miedo, la envidia, el recelo… sí que lo son.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Sexo y edad de los parlamentarios vascos

Por Juan Zubillaga. Bilbao
La designación de los candidatos que se presentan a las elecciones es algo que se escapa al control democrático de la ciudadanía. En el mejor de los casos han sido decididos por una consulta a las bases del partido, aunque más habitualmente  se hace en los órganos de dirección partidista a los que no tienen acceso los propios militantes.

Es cierto que hay casos aun más extremos, como el de la designación de la candidata de candidata de la coalición EH Bildu a Lehendakari, donde no solo nadie sabe qué personas lo decidieron, sino que la propia candidata, a preguntas de un periodista, no quiso desvelar ni qué persona le había comunicado su designación. La verdad es que no es especialmente extraño dada la escasa tradición democrática de la fuerza principal de esa tendencia política.

Teniendo tanto peso los aparatos de los partidos en la designación de candidatos, la lista de estos desvela muchas veces los criterios e intereses de las cúpulas de los partidos. A muchos puntos de los programas políticos se los suele llevar el viento, ya sea porque las circunstancias cambian o porque nunca se tuvo ninguna intención de aplicarlos. Pero los candidatos que salen, esos se mantienen. Incluso hay cierta tendencia a que repitan.

Quiero examinar en este post las características de los candidatos elegidos en el Parlamento vasco por edad y sexo. El examen de la edad y el sexo de los nuevos diputados del Parlamento vasco recientemente elegidos nos puede permitir conocer mejor a los partidos.

Veamos primero dos gráficos (en porcentaje y en valor absoluto) de la distribución de edades y partidos. En los dos gráficos está la misma información presentada de forma diferente.

Y en los dos se puede ver que hay grandes diferencias entre partidos. De joven a viejo las candidaturas están clasificadas desde Bildu (amarillo) como la plancha más joven, siguiendo por PP (azul), PNV (verde) y finalmente el PSE (rojo). Curiosamente la distribución presenta el mismo orden que los años de existencia de los partidos.

Medias de edad de los miembros del Parlamento Vasco

Total Varones Mujeres
PNV 47.1 51.0 43.4
Bildu 41.3 40.9 41.7
PSE 53.0 55.3 50,8
PP 44.8 44.7 45.0

Si vemos la representación de los parlamentarios varones, la diferencia entre partidos es aun más acusada. Destaca por insólita, la distribución de los ocho parlamentarios varones en el PSE, todos de la misma generación, entre 53 y 58 años.

Por supuesto que la mayor edad en general suele significar mayor experiencia y es muy lógico que quienes dirijan las organizaciones políticas no sean veinteañeros. Pero por otro lado una distribución de edades equilibrada en un Parlamento, que pretende ser un órgano representativo y una especie de fotografía de la sociedad, permitiría que no solamente estén representadas las diferentes ideologías, sino también las diversas generaciones y géneros, que como sabemos aportan matices no siempre coincidentes.

Además, estas diferencias en cuanto a la edad de los parlamentarios   nos pueden decir algo de las relaciones de poder dentro de los partidos. Es bastante plausible que estén correlacionadas con su implantación en determinadas franjas de edad o con la valoración que puede tener la antigüedad como mérito dentro del propio partido.

Si examinamos la distribución de los parlamentarios electos entre varones y mujeres, vemos que todos los partidos cumplen las leyes de la paridad. En el caso del PNV hay una parlamentaria de más, en el PSE hay paridad, en Bildu un parlamentario de más, en el PP dos y el único parlamentario de UPD es varón. En total hay 39 varones y 36 mujeres..

Lo que si se puede apreciar es que, considerados todos los parlamentarios, la media de edad de los varones (azul) supera a la de las mujeres (rojo).

Pero no es un efecto uniforme en todos los partidos. Ocurre en el PNV y el PSE, pero sin embargo en el PP y Bildu prácticamente no hay diferencia en la distribución de edades. En el PNV la diferencia de medias de edad entre mujeres y varones es máxima, cerca de ocho años y en el PSE hay dos parlamentarias que escapan de la regla, pues superan en edad a todos los parlamentarios varones de su partido. Si la edad está correlacionada con el poder dentro de las organizaciones, esto puede indicar que en las organizaciones “más viejas”, como el caso del PNV y PSE, las mujeres están más alejadas de los núcleos duros del poder, aunque hay que señalar alguna excepción en el PSE. Sin embargo en el PP y Bildu, organizaciones “más jóvenes”, las mujeres se encuentran más integradas.

La celebración de primarias abiertas para la elección de candidatos es algo que tiene cada vez más defensores en la sociedad. No creo que sea una solución mágica ante el creciente desprestigio de los partidos como institución, pero considero que puede ayudar a que la democracia sea más participativa.

martes, 30 de octubre de 2012

Euskadi: sin suelo

Por Aurelio Romero. Vitoria-Gasteiz

Cuando la radio anunció que los seguidores de EH-Bildu habían comenzado a entrar en el polideportivo de La Casilla, en Bilbao, a los más o menos viejos del lugar el estómago se les dio la vuelta, como si aquel taxi que los llevaba hasta el hotel hubiese frenado en seco. Comprendieron de sopetón que muchas cosas habían cambiado en un período de tiempo que parecía corto, el que va desde las manifestaciones de los 1 de mayo beligerantes y de clase con UGT y CC.OO a la cabeza, a esta tarde de cierre de mesas electorales de 2012, poniendo fin a una campaña que el Partido Socialista de Euskadi–Euskadiko Eskerra abría gobernando en Euskadi y con un escenario minimalista en blanco dentro de un hotel, en plena zona residencial de Vitoria–Gasteiz.

La “ocupación” de La Casilla por los candidatos de EB-Bildu, segunda fuerza electoral en resultados y a un paso por primera vez del mayoritario PNV, arrojaba al interior del taxi múltiples preguntas sobre la evolución de la sociedad vasca, el día de las primeras elecciones sin armas a la vista y a un año de lo que nadie llama aún rendición de ETA. Preguntas sobre por qué había calado el mensaje del cambio sobre los modos y contenidos de la política, sobre cómo evitar que ahora la calle se inunde de nuevo del grito euskaldun de “independentzia” a la vez que Mas esconde su fracaso en Catalunya tras un grito similar y el Bloque se divide en Galicia para ascender al viejo y hasta ahora denostado Beiras. Y preguntas, en fin, de por qué los socialistas han olvidado que sufrieron la peor de las persecuciones del terrorismo para luego sólo tímidamente recordar que “yo estaba allí”.

El concepto político de descalabro es como la purga de fierabrás, duele pero se olvida. El descalabro del PSOE del que se habla hoy en Euskadi, donde se quiso gobernar en minoría sobre un escenario político virtual, o en Galicia, donde todo parece condenado a que sólo Paco Vázquez ejerciese real poder en el partido y en las urnas simultáneamente, ese descalabro es probablemente el dato menos relevante, aunque tenga múltiples lecturas sobre la resistencia del PP, la validez de sus política regresivas, las alternativas imposibles….. Lo más significativo de los resultados del 21-N en Euskadi especialmente –el PSdG-PSOE aún anda rematando y esquivando cadáveres políticos desde el mutis por el foro de Emilio P. Touriño- es que se ha demostrado que, después de un tsunami como el vivido con Zapatero, no se construye una casa sobre el agua con los restos del desastre.

Los resultados para el PSE-EE hablan de un “suelo” imposible de adivinar, porque siempre se pensó que Bildu y sus componentes aún no han recibido la absolución de sus pecados como para merecer el triunfo. Hasta que llegó el 15-M, el de las elecciones autonómicas y municipales, y los herederos de Batasuna llegaron a cotas del 25,6% mientras en Moncloa las cabezas más cercanas a Zapatero suponían que obtendrían solo un 10,5% de votos. Aquel presagio y este resultado de hace pocos días les une el mismo desconocimiento.

Metidos en el diagnóstico, ya hay quien dice desde la cabeza del PSE-EE donde Patxi López refugió su candidatura, en Álava, que “se han salvo los muebles”, que “el escenario es diferente al de anteriores elecciones porque la izquierda abertzale cambia los resultados de los demás con su presencia”…. Hubo una izquierda a la izquierda del PSE presente en el Parlamento que ahora se renueva, la participación permanece prácticamente estable respecto de la anterior convocatoria para presidir el Gobierno vasco, y según los datos conocidos, la llamada al voto nulo o la abstención en aquella ocasión por parte del ahora EH-Bildu no tuvo especial eco.

No hay dudas sobre cómo consigue EH-Bildu su resultado electoral, llamativo resultado, en 21-N. Con su propia cantera de votos, los que resta al PNV, que fue el “mal menor“ de muchos y su capacidad de convocatoria, cuasi militar. La pregunta que más duele es cómo consigue el PNV su resultado, que le permite gobernar aun siendo minoría en un país de minorías políticas. Duele porque hay un desvío evidente de votos al PNV desde el PSE-EE y, está por ver, del PP. Y, en todo caso, son esos votantes de entonces los que cubren el magro de la abstención, que, siendo prácticamente igual numéricamente, es muy diferente en cuanto a la tipología de quienes la componen.

Es ahí donde comienza la respuesta a la pregunta sobre cuándo se abandonó La Casilla, sobre si el eco del balance Zapatero es la causa nuevamente o si, como algunos creen, la realidad es inevitable aunque se la retuerza para formar gobiernos de conveniencia histórica. Respuestas sobre la necesidad de hacer coexistir la presencia en las instituciones con la presencia en la calle, junto a los ciudadanos, todos en general y, especialmente, en los lugares de intención de voto más probable. Respuestas, en fin, sobre si tanto análisis sociológico sobre Euskadi no ha advertido que los pueblos olvidan con prontitud y, más aún, a los que gobiernan, solo gobiernan.

Galicia y Euskadi han sido los pioneros en cristalizar una nueva izquierda que gritaba desde el 15-M, con el 15-M, mientras la izquierda tradicional hacía guiños de pana o cuello Mao para acercarse a ella. Una nueva izquierda que ha rentabilizado el impulso identitario, de nuevo, para situarse en o cerca del poder real, y un mensaje social para lo político, lo económico y lo institucional. Un mensaje al que el PSOE no ha podido llegar, achicando agua aún o preparando nuevos salvavidas.

Aquel anochecer en que Rodolfo Ares, como coordinador de la campaña electoral del PSE-EE, advertía de que el adversario no era el Partido Popular sino el Partido Nacionalista Vasco, pocos pensaban que se estaba refiriendo a un crecimiento posible y resultado favorable a costa de la izquierda abertzale, que antes le había prestados votos y escaños en un ejemplo de buena relación familiar. Nadie entendió que hablaba de votos socialistas o que votaron PSE-EE anteriormente. Desde el escalón más alto de la coordinación electoral, ha tenido una visión fácil sobre el movimiento del suelo, el político en general de Euskadi, y especialmente el ahora más que nunca inimaginable nivel donde el voto socialista deja de perderse.

La última pregunta y su respuesta es si Euskadi ha cambiado tanto como para que La Casilla la alquilen otros ahora o si son los conceptos que definieron siempre al socialismo –es tiempo de identidad- los que han perdido fuerza, si no sentido, en tiempos de crisis; si esa lejanía practicada respecto de la sociedad provoca sordera en tornos a conceptos anclados en su historia y que la sociedad repite a gritos: honestidad, cercanía y contundencia.

El arranque de campaña en el barrio gasteitzarra de Armentia fue el toque contra la abstención, cuando aún se era gobierno. Patxi López ha anunciado su deseo de renovar en y desde la secretaría general y ha desmentido a quienes, desde el propio PSE-EE, deslumbrados por la derrota, llegaban a enaltecer la relativa bondad del resultado, el de la mera presencia. Más vale así. Con ese entusiasmo de algunos y en la oposición, el riesgo es el anonimato.

viernes, 26 de octubre de 2012

Reciente e importante discurso del Presidente Mújica, del Uruguay, en Río de Janeiro.


Autoridades presentes de todas la latitudes y organismos, muchas gracias. Muchas gracias al pueblo de Brasil y a su Sra. presidenta, Dilma Rousseff. Muchas gracias también, a la buena fe que han manifestado todos los oradores que me precedieron.

Expresamos la íntima voluntad como gobernantes de apoyar todos los acuerdos que, esta, nuestra pobre humanidad pueda suscribir.

Sin embargo, permítasenos hacer algunas preguntas en voz alta.

Toda la tarde se ha hablado del desarrollo sustentable. De sacar las inmensas masas de la pobreza.

¿Qué es lo que aletea en nuestras cabezas? ¿El modelo de desarrollo y de consumo que queremos es el actual de las sociedades ricas?

Me hago esta pregunta: ¿qué le pasaría a este planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia que tienen los alemanes? Cuánto oxígeno nos quedaría para poder respirar?

Más claro: ¿tiene el mundo los elementos materiales como para hacer posible que 7 mil u 8 mil millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales? ¿Será eso posible? ¿O tendremos que darnos otro tipo de discusión?

Hemos creado esta civilización en la que hoy estamos: hija del mercado, hija de la competencia y que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo.

Pero la economía de mercado ha creado sociedades de mercado. Y nos ha deparado esta globalización, cuya mirada alcanza a todo el planeta.

¿Estamos gobernando esta globalización o ella nos gobierna a nosotros?

¿Es posible hablar de solidaridad y de que “estamos todos juntos” en una economía que basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?

No digo nada de esto para negar la importancia de este evento. Por el contrario: el desafío que tenemos por delante es de una magnitud de carácter colosal y la gran crisis que tenemos no es ecológica, es política.

El hombre no gobierna hoy a las fuerzas que ha desatado, sino que las fuerzas que ha desatado gobiernan al hombre. Y a la vida.

No venimos al planeta para desarrollarnos solamente, así, en general. Venimos al planeta para ser felices. Porque la vida es corta y se nos va. Y ningún bien vale como la vida. Esto es lo elemental.

Pero la vida se me va a escapar, trabajando y trabajando para consumir un “plus” y la sociedad de consumo es el motor de esto. Porque, en definitiva, si se paraliza el consumo, se detiene la economía, y si se detiene la economía, aparece el fantasma del estancamiento para cada uno de nosotros.

Pero ese hiper consumo es el que está agrediendo al planeta.

Y tienen que generar ese hiper consumo, cosa de que las cosas duren poco, porque hay que vender mucho. Y una lamparita eléctrica, entonces, no puede durar más de 1000 horas encendida. ¡Pero hay lamparitas que pueden durar 100 mil horas encendidas! Pero esas no, no se pueden hacer; porque el problema es el mercado, porque tenemos que trabajar y tenemos que sostener una civilización del “úselo y tírelo”, y así estamos en un círculo vicioso.

Estos son problemas de carácter político. Nos están indicando que es hora de empezar a luchar por otra cultura.

No se trata de plantearnos el volver a la época del hombre de las cavernas, ni de tener un “monumento al atraso”. Pero no podemos seguir, indefinidamente, gobernados por el mercado, sino que tenemos que gobernar al mercado.

Por ello digo, en mi humilde manera de pensar, que el problema que tenemos es de carácter político. Los viejos pensadores –Epicúreo, Séneca y también los Aymaras- definían: “pobre no es el que tiene poco sino el que necesita infinitamente mucho”. Y desea más y más.

Esta es una clave de carácter cultural.

Entonces, voy a saludar el esfuerzo y los acuerdos que se hagan. Y lo voy acompañar, como gobernante. Sé que algunas cosas de las que estoy diciendo "rechinan". Pero tenemos que darnos cuenta de que la crisis del agua y de la agresión al medio ambiente no es la causa. La causa es el modelo de civilización que hemos montado. Y lo que tenemos que revisar es nuestra forma de vivir.

Pertenezco a un pequeño país muy bien dotado de recursos naturales para vivir. En mi país hay poco más de 3 millones de habitantes. Pero hay unos 13 millones de vacas, de las mejores del mundo. Y unos 8 o 10 millones de estupendas ovejas. Mi país es exportador de comida, de lácteos, de carne. Es una penillanura y casi el 90% de su territorio es aprovechable.

Mis compañeros trabajadores, lucharon mucho por las 8 horas de trabajo. Y ahora están consiguiendo las 6 horas. Pero el que tiene 6 horas, se consigue dos trabajos; por lo tanto, trabaja más que antes. ¿Por qué? Porque tiene que pagar una cantidad de cosas: la moto, el auto, cuotas y cuotas y cuando se quiere acordar, es un viejo al que se le fue la vida.

Y uno se hace esta pregunta: ¿ese es el destino de la vida humana?

Estas cosas que digo son muy elementales: el desarrollo no puede ser en contra de la felicidad. Tiene que ser a favor de la felicidad humana; del amor a la tierra, del cuidado a los hijos, junto a los amigos. Y tener, sí, lo elemental.

Precisamente, porque es el tesoro más importante que tenemos. Cuando luchamos por el medio ambiente, tenemos que recordar que el primer elemento del medio ambiente se llama felicidad humana.

Gracias.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Ezkerretik ekintza orain

Domingo Escandela. Vitoria-Gasteiz.


Se acabó el tiempo; ya no se trata de mejorar, ahora es una mera cuestión de supervivencia. Ya no se trata de cambiar cosas, ese tiempo pasó. Es momento de refundarse, así de seria es la situación. En esta batalla los socialistas hemos puesto casi todos los cadáveres, pero, inopinadamente, nuestros muertos parlotean, andan, y –como en el “Apocalipsis Z” de Loureiro-, devoran a todo ser vivo y pensante de nuestras propias filas. Ahora, desde la Secretaría Seneral, hablan de “cambiar y reflexionar” aunque descartan extender el cambio a las personas. Pero sabemos que esto no es posible; un equipo desacreditado, que ha perdido la confianza de la sociedad, no puede remontar el vuelo sino que cae en barrena con el suelo como único tope. Pero hay otro camino: el de renovar el grueso del grupo. Cambiar de nombre, de logo, de caras y de estrategia. Cambiar de rumbo, refundarse, vaya.

El Partido Socialista Obrero Español está desfasado. No ha sabido adaptarse a los tiempos: Es un mamut en un desierto. Ha soslayado todos los fenómenos recientes, como si la vieja mentalidad de la Transición fuera una panacea de bondades eternas. Pero no es así. En parte, este es el problema: la sacralización de una generación que se cree imprescindible; que piensa que los éxitos pasados –que nadie niega- la facultan para ocupar la poltrona del poder a perpetuidad.

El plan frente a la crisis fue rescatar las viejas fórmulas, y a los veteranos de pasadas guerras, que, en su tiempo, fueron gente solvente y bregada; Lo grave es que este aparatik gerontocrático no conecta con el electorado más joven e indignado, que es, además, el más afectado por el tsunami económico. Ni comprende la deriva emprendida por ciertas regiones entre las que se encuentra el País Vasco. Ni ha sabido abrirse a las nuevas culturas propias de las sociedades modernas.

No pretendo que esta breve catilinaria se convierta en un raca raca desprovisto de propuestas. Tampoco arreglar el PSOE o, menos aún, el conjunto de la socialdemocracia. Pero sí emitiré un breve juicio en torno al PSE, a tenor de los resultados de las últimas elecciones. Los resultados, en este caso, no son malos, SON DEVASTADORES. Tanto es así que se puede afirmar que el PSE podría desaparecer en un par de legislaturas en favor de otras propuestas de izquierdas. Las razones de este descalabro, según mi juicio, son las siguientes:
1. La alianza con un PP anquilosado y obsesionado por agitar el fantasma de ETA hizo sentirse traicionado a gran parte del electorado. En Euskadi son las alianzas transversales las que son premiadas por el electorado (al PNV de Ibarretxe le pasó lo mismo).
2. Incapacidad para obtener réditos del magnífico papel desplegado en la pacificación de Euskadi. Ha sido BILDU quien ha aparecido frente a la opinión pública como el gran hacedor de la paz.
Incapacidad y falta de voluntad para comprender o conectar con el movimiento indignado, mayoritariamente de izquierdas. BILDU ha sido la única formación vasca en hacer suyos algunos de los postulados de este movimiento.
3. Pérdida de identidad, por dos motivos: práctica de una política económica de derechas, aunada con un abandono de la calle por motivos del conflicto vasco. Un partido obrero poco activista a pie de calle y sin un aparto de juventudes fuerte, es un difunto que camina por mero impulso.
4. Ineficacia a la hora de liderar (o hacer valer el liderazgo) las expresiones populares de potenciación y apoyo al euskera y la cultura vasca.
5. Dependencia del Gobierno central. Este es un punto fundamental, porque en muchas ocasiones, las acciones del PSE se han contradicho con lo ordenado por el Gobierno de Madrid o por la Secretaría General del Partido; esto crea una cierta sensación de falta de independencia, de vasallaje y, por ende, de incapacidad de “defender lo de aquí” con el tesón suficiente. Esto en el País Vasco, sobre todo en tiempos de crisis, es un torpedo en la línea de flotación. Es necesaria una cierta distancia, una mayor independencia, como UPN respecto al PP en el caso navarro. Algo que se vería como una evolución natural si se optara, en vista de la nueva evolución soberanista, por un desarrollo autonómico o la instauración de un estado federal.
6. El PSOE es un partido político antiguo y. como tal, tiene un historial largo, no exento de escándalos, corrupción, GAL, etc. Va con “mochila”, cosa que no ocurre, por ejemplo con UPD o con BILDU. Se trata de partidos con personas que sí tienen trayectorias políticas (en el caso de la izquierda abertzale, muy controvertidas, con apoyo a asesinatos, etc.) pero que han sabido mostrarse como partidos noveles y por lo tanto, limpios. Como solución, volvemos al punto anterior: cambio de nombre, distancia y mayor independencia respecto al PSOE, cambio de las caras actuales por rostros más jóvenes, con más cantidad de euskaldunes, etc.
7. Falta de juventud. Basta con ver las listas actuales para constatar que la edad media de los parlamentarios socialistas es muy alta. Es cierto que la edad no es un valor definitivo, pero la imagen envejecida no es la óptima para un partido de izquierdas. Una vez más, BILDU nos gana por goleada en esta imagen de juventud en movimiento.
8. Mentalidad de búnker o de trincheras. Como partido constitucionalista en el País Vasco, el PSE se ha visto obligado, por motivos bélicos, a retroceder, a encerrarse. Al mismo tiempo ha ejercido políticas no siempre acorde con lo que, sin duda, hubiera hecho en caso de paz o normalización social. Los nuevos tiempos obligan a emprender políticas aperturistas y de acercamiento a todos los sectores poblacionales.
9. Falta de implicación y liderazgo en las políticas verdes.
10. Falta de inclusión de inmigrantes en el aparato del partido; en Francia la mayoría de inmigrantes vota a los socialistas y su presencia se nota en las filas de la organización. El PSE no ha sabido incluir a los nuevos vascos en su aparato.
11. Incapacidad para luchar contra la crisis desde la calle; esto entronca con el problema de abandono por motivos bélicos de numerosas plataformas de participación social. Una crisis es un mar propicio para la Armada socialista; los socialistas deberían estar con los desahuciados, y con los parados, y deberían dejarse ver en los comedores sociales, en las empresas y en los barrios de inmigrantes…Los socialistas deben acompañar, asesorar, dar esperanza y participar más cuanto más crítica y depauperada es la situación; sin embargo, la dirección del partido ha renunciado a todo lo que no sean medidas de Gobierno, desde los sofás. Pero estas, aunque fundamentales, no son ni deben ser los únicos cauces de participación social.
12. El PSE debe organizar, dinamizar y fortalecer un aparato juvenil fuerte y activista, que organice saraos culturales, marchas montañeras, expresiones artísticas, presentaciones, etc.
13. Estructura personalista e incluso caciquil. La estructura y el funcionamiento interno del partido impiden toda renovación y/o reflexión; se trata de una organización personalista que promueve los estómagos agradecidos y el inmovilismo e impide el ejercicio de la democracia interna. Es fundamental una apertura y una democratización de la estructura del partido, ya con listas abiertas, ya con la búsqueda de un modelo moderno, transparente y de rotación del liderazgo, sobre todo después de que, como ha ocurrido, se produzca un revés (descalabro sería una palabra más acertada) electoral. Esto es algo evidente. La gente se da cuenta de esto. Hay muchos simpatizantes y militantes hartos y que, conscientes de esta situación, han decidido optar por otras opciones o por abstenerse y no ejercer su derecho a voto.

Por todo esto, creo que es el momento de refundar el PSE; lo mejor sería, por supuesto, mediante un consenso entre todos. Las fracturas pueden redundar en un suicidio colectivo porque proyectan una imagen de desunión e inseguridad en el electorado (y porque se dividen los simpatizantes y por ende los votos). Lo sucedido entre Ezker Anitza y Ezker Batua es un ejemplo claro de lo que expongo; primero apoyaron la política democristiana del PNV lo que desorientó al electorado de izquierdas, y después, tras el inevitable descalabro, se dividieron, lo que supuso la puntilla final. El PSE debe transformarse profundamente y debe hacerlo, contra viento y marea, unido. Pero es imprescindible que los líderes actuales cambien radicalmente de actitud; que escuchen, y tomen nota de lo que todos/as tenemos que decir. Que se comporten con la valentía que requieren unos tiempos en los que nos jugamos la supervivencia del Partido. Las generaciones salientes, derrotadas en las elecciones, sin embrago merecen todo nuestro respeto. Han mantenido a flote el partido en épocas de gran dureza y sufrimiento. Pero los tiempos han cambiado y ellos no. Si el cambio no se produce, y continúa la misma política arcaizante e inmovilista de la dirección, la fractura será inevitable y todos los vascos perderemos en el proceso.

Así que animo a los vascos y vascas socialistas a cambiar de rumbo y hacerlo desde la juventud. ¡Aupa Mutilak! ¡Ezkerretik ekintza orain!