jueves, 20 de junio de 2013

La Ertzaintza y los Derechos Humanos

Miguel Gutiérrez-Garitano, escritor y miembro de la Ertzaintza.

Como miles de paisanos el día 11 de este mes asistí esperanzado a la presentación del Plan de Paz y Convivencia del Gobierno Vasco. Aunque, como todos, tengo mis sinergias políticas, no es mi intención entrar a valorar todos los puntos que lo caracterizan, a excepción de uno. Soy ertzaina y no pude evitar sentir una profunda amargura al leer las alusiones al colectivo de la Ertzaintza que recogía el citado plan. El escrito hablaba de la necesaria creación  de un compromiso social de la Policía Vasca con los Derechos Humanos. El Lehendakari ha matizado que no duda de la Ertzaintza y ha enmarcado este paso en el plan estratégico que Seguridad está elaborando para adaptarla al nuevo tiempo sin ETA. Dicho Plan estratégico, que prevé alcanzar los objetivos en 2016, se sustenta en cuatro ejes el primero de los cuales consiste en " alcanzar un alto nivel de reconocimiento social por su cercanía y eficiencia".

La pretensión del Gobierno Vasco, en este sentido, es loable. Es su deber buscar la convivencia de los ciudadanos de Euskadi, y adaptar todos los estamentos del Gobierno, Ertzaintza incluida, a una época nueva, que ya no requiere de las mismas respuestas que aquella en la que el asesinato era moneda corriente para quienes opinaban en contra de la serpiente y el hacha. Dicho Plan, además, nace con la vocación de lograr la cuadratura del círculo y reunir a las distintas sensibilidades bajo la enseña de la paz.  Soy consciente de todo eso, pero no puedo evitar sentir tristeza al ver ese compromiso de la Ertzaintza con los Derechos Humanos, como uno de los pasos a dar. ¿Acaso no estaba comprometida la Policía Vasca con los Derechos Humanos? Pocos colectivos han sufrido más, o se han movido, durante décadas, bajo mayores presiones y han mantenido, pese a todo, esa imparcialidad y ese respeto. Leía las líneas del Plan de Paz y recordaba a mis compañeros asesinados y a aquellos a los que les han quemado el coche, amenazado (a ellos y a sus familias) y violentado de muchas maneras. Recordaba alguno de los momentos terribles en los que, a pesar de todo, triunfó la sangre fría que corresponde a un verdadero profesional, a un policía democrático. Cuando entramos en la Academia de Arkaute sabíamos que esta labor conllevaba la marginación; nadie nos lo va a agradecer nunca, sino todo lo contrario. "Perros", "cipayos" "traidores" nos llaman. En canciones que bailan los chavales en las verbenas y a gritos, en todas partes. A pesar de eso, trabajamos y trabajaremos todos los días para mantener la paz y la convivencia en Euskadi. Nuestro trabajo será para todos, aún para aquellos que, por motivos políticos o de otra índole, no nos quieren. Es nuestro compromiso y si nos lo piden, lo renovaremos. Así lo juramos y lo cumpliremos. Pero déjenme la gracia de una última petición: incluyan en ese compromiso a los miembros del Parlamento Vasco, donde hay y había personas que apoyaron o se lavaron las manos ante actos que atentaban contra los Derechos Humanos. E incluyan a los intelectuales. A los escritores que callaron y a los decanos, profesores  y estudiantes de la Universidad que, ya por miedo, ya por otras causas, hicieron mutis por el foro. O mejor: adquiramos todos ese compromiso, terminaremos antes.



Europa se la juega

Aurelio Romero Serrano. Vitoria - Gasteiz. @romero-nomada
Europa está en pecado mortal con los ciudadanos, especialmente los de países periféricos y del sur de continental, donde ha concitado la mayor crisis económica y de derechos sociales desde la postguerra. Es esa misma Europa, que ya roza la recesión en el centro de mayor poder económico actual como es Alemania, la Europa que más puede perder si en las próximas elecciones de finales de mayo de 2014 se recoge un cesto importante de votos euro-escépticos o antisistema. Pero el riesgo será más grave si la derecha comunitaria consigue la mayoría en el Parlamento, como las encuestas comienzan a anunciar. El Parlamento europeo tiene en su entraña el topo de los mercados que no desean una Europa diferente. Si vencen, es Europa la que no sirve, con o sin crisis.
Martin Schultz, presidente del Parlamento Europeo
En estos años hemos sufrido las consecuencias de aquel erróneo apoyo a Portugal para elevar a presidente de la Comisión Europea a Joâo Barroso, quien ha demostrado su incapacidad para pilotar ese monopolio de poder sin control que es la Comisión. También ha ido quedando en claro la ambición de la derecha financiera globalizada por apurar los recursos de los países  más débiles, y aún no está claro que a ningún Estado miembro de los que jugaron a favor de corriente, como Alemania, les haya ido bien ese modo de gobierno ”por encargo” que en unos lados encontró aliados y, donde no pudo, los impuso. Sin embargo, la histórica alianza entre derecha y finanzas en todo el mundo no ha dejado ver a la Unión Europea su indefensión como organismo frente a la previsible decisión de que el poder financiero pudiera saltar por encima de la voluntad de los partidos de la derecha del Parlamento y desarrollar sin  ningún pudor su estrategia de invasión del espacio político.
DERECHA VERSUS IZQUIERDA
La dialéctica derecha/izquierda como eje de las campañas en todas las convocatorias de comicios europeos se ha demostrado insuficiente casi desde el comienzo del siglo XXI, a lo que se añadió, primero, el autismo de los gobiernos frente a la crisis y, después, la debilidad o falta de energía para imponer el funcionamiento democrático de los países incluso donde ha gobernado la derecha con mayorías absolutas; gobiernos que hemos visto caer de un lado a otro del arco parlamentario con iguales resultados, económicos, políticos y, desde luego, sociales.
Desde los nacionalismos se ha impulsado el euroescepticismo que genera la incapacidad o insolvencia para presentar alternativas con peso específico en una Europa de intereses y, en cada convocatoria electoral, la defensa de su idea de la “Europa de los pueblos” no ha dejado de ser un discurso para el interior, a la vez que la Europa presente se disgregaba a pasos de gigante. Cuando aún falta un año para las próximas elecciones al Parlamento Europeo, el nacionalismo ya avanza su idea de reeditar la fórmula de la alianza electoral con la que repetir el mismo erróneo esquema que solo lleva al triunfo de la derecha, aunque es cierto que esa es una realidad que al nacionalismo no le desagrada, más allá de los discursos de las identidades en la Europa de los intereses globalizados. Esa Europa de los pueblos es el planteamiento más utópico de hoy día, cuando la fortaleza política que arropó a los países exige cesión de soberanía como forma de fortalecer el conjunto. Pero la Europa de las naciones ha demostrado ir a remolque de la historia y ha sido subsumida por la globalización como cualquier otra instancia.
LA DERECHA JUEGA CONTRA EUROPA
En estos años de crisis e imposición de políticas económicas que ha avasallado gobiernos y derrumbado tótems como el del estado de bienestar, que venía siendo una de las señas de identidad real de Europa desde hace tres cuartos de siglo años, la Europa ampliada ha demostrado que el poder de la mayoría de la derecha en su seno y en los Estados miembro ha jugado contra ella misma, contra su fortalecimiento mientras iba abriendo sus brazos y recursos a nuevos países de la Europa destrozada por esos mismos nacionalismos. Ha hecho evidente su incapacidad como estructura de poder frente a las oligarquías financieras y los países más reticentes a la existencia de una Unión con futuro real. Y nos ha hecho comprender que la ausencia de una organización basada en principios democráticos no puede competir con ese otro imperio superior porque el reparto interno del poder entre países miembros no trae consigo obligatoriamente la elección de los mejores para gobernar esa Europa, la que ahora se estremece con el frío de la crisis, la recesión del bienestar y la anulación de derechos presentes y a futuro, incluso de una crisis que, como desea el Partido Popular en España, tendrá efectos retroactivos no ya sobre las causas económicas, sino sobre los recursos disponibles sobre los que habíamos basado los derechos. No otra cosa es la privatización de los servicios públicos.
Curiosamente, la sociedad mira más que nunca a Europa, se ha convertido en el centro de atención aunque, en muchas ocasiones, sea la gran coartada que justifica políticas viejas que ahora, con la crisis encima, encuentran hueco propicio. Las elecciones al Parlamento convocadas para dentro de un año no coinciden con una Europa fortalecida; lo hace con una Europa organizativamente enquistada, crujida políticamente y sin la armadura democrática suficiente con que hacer frente a la avalancha financiera y antidemocrática. Una Europa vieja se enfrenta a un futuro incierto con estructuras que han demostrado su ineficacia por antidemocráticas, pesadas frente a un presente desconcertante y un mañana respecto al que tendrá que cambiar internamente y decidir su propio valor. Si no es así, la Europa comunitaria que conocemos será inservible.
Juan Moscoso, miembro de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE responsable de asuntos europeos, recordaba hace pocos días la necesidad de que Europa acometiese de forma urgente la democratización de sus instituciones, como la constitución y estructura de la Comisión Europea y del Banco Central Europeo, a fin de atajar la inoperancia por indecisión de ambas instituciones o la decisión de políticas más afines a la ideología de quien las dirige que las de quienes representan. Las próximas elecciones al Parlamento van a facilitar decisiones históricas si una mayoría de progreso consigue para el Parlamento la capacidad de legislar, no solo dar su conformidad a las normas que elabora la Comisión; parece simple pero es darle significado a las propias elecciones europeas. Un Parlamento representativo del voto de los ciudadanos sin capacidad de iniciativa e influir es un adorno democrático. Pero solo un Parlamento así, activo como el que la derecha rechaza, puede constituirse en un muro de contención a políticas o decisiones como las que padecemos.
Idelogia, no economia
La Unión Europea va a afrontar la renovación de sus instituciones cuando la ciudadanía de ninguno de sus Estados miembros se fía de ellas, en el mejor de los casos, y cuando es creciente el rechazo abierto a su propia existencia. Las causas nacionales de ese rechazo se unen a las consecuencias sociales de la crisis y el descrédito de la política. Tres realidades que ponen en riesgo la credibilidad de la UE en las urnas si el ejercicio de votar no consigue reconducir esas mismas causas.
Con iguales problemas, cualquiera que sea la gravedad de la crisis y como incida en los diversos Estados miembros, el retroceso del poder de la UE como impulso de crecimiento económico y defensa de las política sociales será su propia condena. Es fácil entender que los partidos de la derecha gobernante hayan comenzado a anunciar la utilización de todos sus recursos de cara a dichos comicios, porque saben que, en tiempos de crisis, una Europa débil les es más conveniente; una Europa menos democrática, más útil, y unas instituciones europeas sin poder decisión, un seguro para sus futuras políticas y alianzas con los mercados.

Es fácil deducir que, a partir de mayo de 2014, la Europa que hemos conocido y ahora denostado nos servirá como ayuda para superar la presente y próximas crisis si conseguimos construir una Europa diferente. Y, a un año vista, el marco de esa elección no es económica, sino ideológica.

martes, 11 de junio de 2013

¡Todos al suelo que llegan los expertos!




Julio Herrero. Vitoria-Gasteiz. @HerreroJulio
 
Esta fue la sensación que muchos sentimos cuando el Gobierno nos anunció la llegada de los denominados “expertos” para realizar un informe sobre el futuro de las pensiones. Pues bien, ya han dado a luz su informe que, según algunos, coincide sensiblemente con lo previsto por el encargante, con algún voto particular disidente. - en esto se asemeja a las encuestas, que suelen coincidir con los deseos del que las encarga – y el resultado era previsible: el sistema actual es inviable. Pero, ¿en qué consiste la inviabilidad?, pues es evidente – nos contestan airados – en que cada vez vivimos más tiempo y hay menos trabajadores cotizando, con lo que dentro de poco por cada trabajador habrá varios perceptores de la pensión – ¡y esto no puede ser! – en una palabra: si dedicamos una proporción – ahora aproximadamente el uno por ciento – de lo que produce el país a pagar a los pensionistas y estos crecen en número y la riqueza disminuye, es evidente que la cosa no va bien. Pero, gobernar es priorizar en qué queremos invertir nuestros recursos y hace tiempo que hemos perdido los objetivos que eran prioritarios hace más de ciento cincuenta años. Entonces era sencillo: la sociedad quería ser más feliz. Quería sentirse segura, protegida de los enemigos, externos e internos, frente a las enfermedades, a salvo de la miseria y de las injusticias. Y para ello inventó una fórmula: todas las personas nacen libres e iguales, y el Estado será solidario con ellas para que puedan desarrollarse, educarse, y protegerse de las enfermedades. Y acabar sus días dignamente. Y eso significa, ni más ni menos, que llevará a cabo el reparto de la riqueza existente para hacerlo posible. Y se hace con los impuestos que tienen esa misión redistributiva. Por tanto hay que revisar quién paga y cuánto paga, para hacer frente los gastos crecientes. Y cuando oímos que el fraude fiscal de un solo año es de 70.000 millones – equivalente al presupuesto total del gasto sanitario español – y que las grandes empresas evadieron a Hacienda 42.711 millones de euros en 2010, un 71% del total del fraude en España, tenemos la sensación de que el problema no lo tienen los pensionistas, lo tenemos todos por consentir una clase dirigente que lo permite. ¡Para eso no hacen falta expertos!

*análisis realizado sobre el fraude por la consultora i2 Integrity





(Artículo publicado en DNA 09.06.13)

jueves, 6 de junio de 2013

Fe, dios y austeridad

Javier Rodríguez. Vitoria-Gasteiz. @jrr_gasteiz

Ayer domingo 2 de junio leí una entrevista en El País a Carmen REINHART, Catedrática de Harvard Kennedy School, y autora junto con Kenneth Rogoff, del informe económico que asegura que a mayor endeudamiento público, menor crecimiento del PIB.

Cualquier instrumento puede convertirse en un arma dependiendo de las manos en las que caiga, y este informe, sobre cuya rigurosidad surgen dudas no es una excepción. En efecto, paladines de la austeridad (o asfixia según se mire) económica como Wolfgang Schäuble están utilizando este informe para justificar los recortes que se están llevando por delante décadas de avances sociales.

Y si nos fijamos en España, podemos ver de forma muy clara la puesta en práctica de una serie de políticas que utilizan el informe de Carmen Reinhart como justificación para todos los recortes. El único objetivo es reducir el déficit. Un déficit producido por la deuda que tiene el país; deuda que, tal y como asegura el informe, cuanto mayor sea menor será el crecimiento del PIB. Bien, parece que nos acercamos a la cuadratura del círculo de la austeridad.

A mayor deuda menor crecimiento, y si crecemos menos, no podemos generar empleo… ¿por qué? Porque si no se crece al menos a un 2%, no se genera empleo neto. Sí, muy bien, pero¿por qué un 2% y no otra cifra? ¿por qué un déficit del 3% o del 2,5% y no otro? Pues porque así lo marcan los indicadores y punto. De modo que interiorizando estas cifras como si fuesen nuestro credo, comenzamos a vislumbrar que la única solución pasa por reducir la deuda, para lo que es necesario dejar de “gastar” en lo que la economía tradicional entiende como “gasto”, que son los derechos sociales como la educación, la sanidad, las infraestructuras públicas, etc…

Ahora sí, ya hemos cuadrado el círculo de la austeridad. Dejamos de “gastar” en lo público de manera que reducimos nuestra deuda, y al reducir nuestra deuda, voilà! El PIB aumenta, por lo que aumenta el empleo (eso sí, si se llega a un crecimiento del 2% si no, no). Al haber más personas empleadas, hay más personas con dinero… Para consumir, lo que a su vez genera más empleo, que genera más consumo, que genera más empleo…

Y así, con políticas de austeridad, todo vuelve a su equilibrio.

Oye, y ¿qué pasa con la deuda privada asumida por el gobierno y que está realmente lastrando la economía? Bueno, la austeridad es un círculo, pero con algunas aristas sin importancia. No olvidemos que la economía tradicional utiliza términos como “gastar” en lo público e “invertir” en lo privado.
¿No lo veis claro? Yo tampoco. Es más, me atrevo a decir que lo que sí comienzo a tener clara es la relación entre políticas de austeridad y personas de carácter conservador, porque hace falta ser muy creyente y estar acostumbrado a hacer actos de fé para confiar en que estas medidas nos van a llevar a buen puerto.
No solamente no veo claro la eficacia de los recortes, sino que me preocupa enormemente que una inmensa mayoría de la ciudadanía hayamos metabolizado unos objetivos puramente monetarios y de carácter cuantitativo como factores válidos e incuestionables a la hora de medir el éxito de una economía.

Como comentaba, asumimos que necesitamos cumplir un determinado nivel de déficit, y que necesitamos crecer a un determinado ritmo, y que necesitamos mantener otra determinada relación entre exportaciones e importaciones, pero no estamos acostumbrados a escuchar cuál es el destino que debe tener el dinero. ¿De qué sirve obsesionarse por el crecimiento si el dinero de que se dispone no se destina a los ciudadanos y ciudadanas?

¿Podemos considerar como éxito el crecimiento de un país como China porque sea del 8%?
En mi opinión no, puesto que una cifra no puede representar el único factor de evaluación del éxito, sino que debemos comenzar a introducir, todos nosotros y nosotras, en nuestro día a día, otros criterios de carácter cualitativo como son el uso que se haga de ese crecimiento.

El crecimiento del PIB no tiene ningún valor por sí solo y no es un objetivo justificable sobre todo si se consigue a base de aumentar las desigualdades sociales, de dañar el medio ambiente… Debemos ir introduciendo en nuestros criterios de evaluación factores que no sean sólo cuantificables monetariamente. En su lugar, hemos de utilizar factores que midan el éxito de una región o empresa por su calidad. A saber, que la diferencia de salarios entre empleado con cargo y operario no sea excesiva, lo que permitiría contratar a más personas. Que la producción se haga con respeto al medio ambiente, o que cuente con un buen ambiente laboral… Por poner algunos ejemplos.

En definitiva, es buen momento para comenzar a pensar que la acumulación de capital no debe ser el objetivo porque no aporta ningún valor a la ciudadanía y que en lo que debe convertirse, el capital, es un instrumento para beneficiarnos a todos y a todas.

Podemos cambiar las cosas, no esperemos a que lo hagan los demás por nosotros.

martes, 4 de junio de 2013

No todo va a ser follar

Josean Blanco. @Perroantuan

¿Y quién te había dicho que la vida iba a ser fácil? ¿Pensabas que lo real era la adolescencia eterna? ¿Pasar de la Tarjeta Joven hasta los cuarenta a la prejubilación a los cincuenta y cinco? ¿Vivir de los padres hasta poder vivir de los hijos? ¿Instalarte en la eterna primavera de El Corte Inglés? No, colega, ya has visto que no era tan sencillo. Todo lo erigido puede fácilmente caerse y lo normal es que lo haga si nadie se esfuerza en impedirlo. Hay que valorar lo conseguido como si fuera un tesoro y hay que saber de dónde vienes para saber a dónde no quieres ir.

Quienes te dicen que esta sociedad es una mierda, que todo es muy complicado, que habría que volver a la comunión con la naturaleza, no saben de lo que hablan. La vida 'natural' es una esclavitud. Esclavitud al tiempo atmosférico, al trabajo de sol a sol, al eterno ritual de las costumbres inamovibles, al cotilleo, a la caspa, a la religión de botijo, al vino de mesón. Volver al campo no es ir de fin de semana al agroturismo para salir a pasear con chándal y comer luego verduritas y tomar zumo de pomelo; es volver a la azada y al surco, a la vaca y a su estiércol, a la estupidez de las ovejas y a la conversación de las gallinas. Es una vida para gente de carácter, fuerte, asentada en la tierra como los robles, trabajadora como una mula, inexpugnable a los reveses de la fortuna y de la soledad. Tú no eres así. Seguir leyendo en eldiarionorte.es

domingo, 2 de junio de 2013

Huelga General

Julio Herrero. Vitoria-Gasteiz. @HerreroJulio

¿Es razonable hacer una huelga general? A estas alturas de la crisis esta pregunta se ha formulado por muchas de las personas que el pasado día treinta tuvieron noticia de la convocatoria realizada por algunas centrales sindicales y otros grupos sociales. ¿Pero, sirve para algo? Porque, no cabe duda, que el esfuerzo, no solo económico, que participar en una huelga supone, es grande y costoso. Si además la acción tiene un fin básicamente reivindicativo pero sin llevar aparejado una propuesta concreta, las dudas son aún mayores como lo han expresado diversos comentaristas.

Algunos muy críticos con el sentido “político”, que de una forma despectiva quieren ver en esta llamada sindical, acentuado con las palabras del líder de ELA cuando se refería a que “el Parlamento estaba en la calle” y no dentro del edificio que en esas horas celebraba una de sus reuniones. ¿Son los sindicatos organizaciones políticas o simplemente laborales, gremiales, de defensa de los trabajadores, a la antigua usanza?

Se hace precisa una revisión de los conceptos, empezando por reivindicar el sentido de la “política”, no como algo ajeno a la sociedad, manejado por algunos elegidos o designados, sino como la legítima forma de participación del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo. Desde este punto de vista, es evidente que los sindicatos y otras organizaciones sociales, intervienen en la política legítimamente y sin que tengan que excusarse por ello.

En los momentos actuales, con una crisis evidente de los partidos como instrumentos de participación política, debido a sus propios errores organizativos y falta de transparencia, las organizaciones sociales toman el relevo en muchas de las demandas, e incluso en la resolución de problemas, que aparecen por la dejación a la que asistimos, del papel de los Estados. No quiere decir ello que sean los sindicatos el mejor ejemplo de organización democrática, ni mucho menos. Lastrados en ocasiones por los favores “debidos” a los gobiernos que los subvencionan, dada su carencia de afiliación y por tanto de financiación, se mueven en ese difícil equilibrio de “denunciar pero sin faltar”. En estas circunstancias es cuando la huelga general adquiere su verdadero valor como repulsa ciudadana, última e desesperada.


(Artículo publicado en DNA 02.06.13)