martes, 25 de septiembre de 2012

Metáfora: de Política y Religión

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En el último par de décadas, el retroceso de la iglesia católica en todos los ámbitos sociales se ha hecho más que evidente. Ya son minoría las personas que se casan por la iglesia, son minoría los bebés que se bautizan y, ni que decir tiene, que no hay más que pasarse por delante de una parroquia un domingo cualquiera para ver la edad de las personas que entran o salen de los servicios religiosos. Podríamos decir que la ciudadanía ha sufrido una desafección con la institución que la ha hecho alejarse del camino y, por tanto, de dios, al menos, de la manera en que la iglesia católica lo entiende. Con los partidos políticos pasa un poco lo mismo. Vamos a jugar a las metáforas, para entender la analogía:
  • La Política es dios.
  • Los partidos políticos, organizaciones decimonónicas y antañonas y anquilosadas en tiempos y estructuras del pasado, son los fieles guardianes de las esencias de dios (la política, en esta metáfora), los únicos que pueden interpretar sus designios, los únicos que están legitimados para entrar en el juego.
  • Los representantes políticos, nuestros diputados, senadores, cargos electos varios, son el clero. Los hay buenos, claro, los hay justos y los hay que entregan su vida por ello. Pero también los hay pederastas, maltratadores y corruptos que, con sus mensajes y su forma de actuar, han alejado a la ciudadanía (feligreses) de la vida política.
  • Por último, tenemos a la ciudadanía (feligreses), unos pocos siguen encontrándose cada domingo en los primeros bancos de las iglesias y escuchan las homilías con cierto desdén, los más, pasan olímpicamente del circo y algunos pocos intentan organizarse en grupos (podríamos hacer analogías con la Teología de la liberación, por ejemplo) para tratar de cambiar algo el sistema.
Sinceramente pienso que o la curia y la iglesia cambian, o llegará un momento en el que tendrán tan poco peso que su influencia será residual.
Del mismo modo, si los partidos y los representantes siguen este camino, pronto no habrá vuelta atrás. Será un fallo sistémico y nada volverá a ser lo mismo. Repensar las actuaciones, los hechos, es fundamental para aprender de los errores. ¿Dormirán tranquilos los que ven como año tras año caen en las estadísticas de matrimonios o de matriculaciones en la asignatura de religión? Yo creo que no. Quizá no sea en esta generación cuando lo veamos, pero no falta mucho para que veamos caer cosas: torres más altas han caído. ¿Duermen tranquilos los que han consentido este desprestigio de la Política? ¿Se dan cuenta de lo que han provocado? Es fácil echarle la culpa a los feligreses, al capitalismo, al demonio, al vicio que impera en esta sociedad... pero un poquito de autocrítica nunca viene mal.

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