martes, 15 de enero de 2013

El regreso de Snowball (otro final para “Rebelión en la granja”).

DomigoEscandela. Escritor y militante socialista. Vitoria-Gasteiz.

“Pero no habían dado veinte pasos cuando se pararon bruscamente. Un enorme alboroto de voces venía desde la casa. Regresaron corriendo y miraron nuevamente por la ventana. Sí, se estaba desarrollando una violenta discusión: gritos, golpes sobre la mesa, miradas penetrantes y desconfiadas, negativas furiosas. El origen del conflicto parecía ser que tanto Napoleón como el señor Pilkington habían descubierto simultáneamente un as de espadas cada uno.
Doce voces gritaban enfurecidas, y eran todas iguales. No había duda de la transformación ocurrida en las caras de los cerdos. Los animales, asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro”.
Cerdos mezclados con hombres, bebiendo, fumando, comiendo sobre la mesa, como humanos. Ni Napoleón, cerdo que lideraba la asonada, ni ninguno de sus compinches recordaban “Bestias de Inglaterra”, la canción que clamaba por la libertad animal. Ni Napoleón, ni ninguno de sus adláteres se acordaban de los siete mandamientos que entre todos los animales acordaron antes de emprender la rebelión contra los humanos. Ni Napoleón, ni ninguno de sus secuaces, recordaban que eran animales. Este es el final de “Rebelión en la granja”, genial novela de George Orwell -publicada en 1945-, que satiriza sobre la evolución de la revolución rusa, desde la búsqueda de la justicia social hasta la aventura hiperpresidencialista de Stalin, encarnado en la obra por el cerdo Napoleón.
Orwell, socialista democrático, reflexiona en su libro sobre la situación política de la URSS; ofrece una sátira certera sobre la devaluación de los valores izquierdistas por acción de unos dirigentes corruptos que se limitan a sustituir la vieja aristocracia zarista, por otra nueva, de origen proletario. El resultado es el mismo, y los cerdos se transforman en hombres, pervirtiendo valores como la libertad y la igualdad. La revolución terminó implosionada por un sanguinario dictador que acuñó frases como: “Las ideas son más poderosas que las armas. Nosotros no dejamos que nuestros enemigos tengan armas, ¿por qué dejaríamos que tuvieran ideas?”.
El cerdo Snowball –alter ego de León Trotsky-, representa todos los males para los partidarios de Napoleón-Stalin. Es el perfecto chivo expiatorio, a quien culpar de todos los problemas que aquejan al nuevo régimen revolucionario, ya que encarna los ideales puros con que fue concebida la revuelta izquierdista, y que, víctimas del nuevo sátrapa porcino, cayeron en el olvido.  En nada quedaron las palabras con que Mayor –proyección ficticia de Lenin-, el anciano cerdo muerto antes de la rebelión, advertía a los animales: “En la lucha contra el Hombre, no debemos llegar a parecernos a él (…), no adoptéis sus vicios”.
Son muchos los que piensan que, con el tiempo, uno acaba convirtiéndose en lo que combate. Y, efectivamente, esto es lo que a la postre les ocurre a Napoleón y compañía, como refleja el pasaje con el que Orwell cierra su obra maestra. De modo que, ciertamente, el libro no invita a la esperanza… O tal vez sí.
¿Está el socialismo abocado al fracaso? Algunos estamos convencidos de que otro final para “Rebelión en la granja” es posible.  Y quizás Orwell también lo estaba. Porque no todos los cerdos orwellianos se corrompen; Snowball, quien planta cara a los humanos poniendo en riesgo su vida, quien jamás olvidó las palabras de Mayor, la letra de “Bestias de Inglaterra” y practicaba los siete mandamientos, no muere al concluir la novela. Tras ser desterrado, escapa y se convierte en una suerte de fantasma; una amenaza evanescente, más ficticia que real, para Napoleón y sus cerdos corruptos. Pero también un hálito de esperanza para los que añoran la verdadera revolución animal basada en un comportamiento democrático ejemplar. Nos gustaría pensar que, si Orwell no hubiera muerto cinco años después de haber publicado esta novela, habría escrito  otra titulada “El regreso de Snowball”. El británico nos ha dejado pero todavía tenemos tiempo. Escribámosla entre todos. Aquí y ahora.

(Artículo publicado hoy en Diario Noticias de Álava)

2 comentarios:

  1. ESTIMADO COMPAÑERO: Te agradezco tus inteligentes palabras. Las mías, más modestas en mi blog:
    http:/pablobpse-ee.blogspot.com.es/2012/12/reformando-el-reformismo.html

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