martes, 26 de febrero de 2013

La leyenda urbana del fraude fiscal

Txarlie García. Las Arenas. www.amalababa.es


El fraude fiscal en realidad no existe. Sí, sí, como lo oyes: no existe. El fraude es como el hombre del saco, el bigfoot, los ovnis, el monstruo del lago Ness, el perro goloso de Ricky Martin o la chica de la curva.

Al menos eso es lo que dice el Sr. De Bizkaia, nuestro excelentísimo Diputado General, Don José Luis Bilbao.

Quizá cuando dijo que el fraude fiscal es una leyenda urbana, en realidad quiso decir que el fraude fiscal son los padres. O los fontaneros. O cualquier autónomo y currela asalariado.

Que conste que yo entiendo a nuestro Diputado General. Porque como pobre sociata desarrapado, iletrado, basto, supersticioso y magufo que soy, me gustan las leyendas urbanas. Y cuando más catetas sean, mejor. No sé por qué, pero me gustan… Que le voy a hacer.

Por eso, aunque el mismísimo Lord de Bizkaia me diga que el fraude es una leyenda urbana,  yo me aferraré a mi incultura supina (¡que sabré yo!) y seguiré pidiendo que lo investiguen, pediré que se formen cuadrillas de alerta temprana con gente capaz de investigar el fraude allá donde se produzca, que paguen más impuestos quienes más ganan (soy un demagogo irreductible, lo sé), pediré que se cotice de manera más progresiva por dividendos que por el trabajo y que el sistema tributario de Euskadi sea más justo.

Y da igual las pruebas que me enseñen de que el fraude fiscal es una patraña. Sé que cuando los técnicos de hacienda dicen que no tienen recursos para investigar el fraude es mentira. Sé que las SICAV haberlas, haylas (como los sobres las meigas), pero nadie las ha visto. Sé que los paraísos fiscales son limítrofes con el País de Nunca Jamás y sé que los ricos son en realidad unos pobres grandes empresarios, esos juantxos bonachones que nos dan trabajo por tenernos entretenidos.

Pero que le voy a hacer… Ya se sabe que la ignorancia es muy atrevida.

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