lunes, 8 de octubre de 2012

El Fary en los MTV Awards


Rosa de Luxemburgo. Zamosc


Deliciosa tropa:

El ávido y devorador capital internacional arrea reclamando la devolución de deudas al paisito, exigiendo sudores –fríos— y la Izquierda Sistémica no articula una creíble respuesta democrática que defienda a la ciudadanía de la misma. Estamos en pelotas ideológica, discursiva y estratégicamente hablando en esta tesitura. Y de esta guisa, pretendemos que la Izquierda Sistémica recupere la complicidad ciudadana y consecuentemente, poder institucional. No nos engañemos.

Hoy la Izquierda sistémica está vendiendo vacuidad a una ciudadanía con razón descreída, que cada vez tiene menos asideros con los que mantenerse a flote y que necesita agua para calmar su sed de Dignidad como el campo ansía la lluvia de mayo. No es de extrañar que salga a la calle, que aborrezca de la política representativa y de las instituciones democráticas que tanto han costado crear.




Y es que esta mal llamada crisis no es más que una reasignación de recursos regresiva cuya resultante no es otra que una distribución de riqueza más desigualitaria, olvidando que la generación de riqueza es una función social. Asistimos a un remake de David y Goliat en el que ahora vence el fuerte y se lleva la porción más grande del pastel. El capital global vence y el proletariado — tontamente nacional—pierde. Y la Política en general y la Izquierda en particular, sin brújula con la que orientarse y dirigirse por nuevos derroteros.

El capital no es bobo. Su remuneración tiende a ser decreciente a medida que peina canas. En la economía financiera de casino, unos pocos generan PIB de la nada cuyo valor nominal excede en mucho al valor de la producción “real” e incrementa su “ascendente” sobre el Poder legítimo. Y en la economía real, en pleno pico petrolífero, el capital aprecia que la energía “barata” es pasado, condición sine que non para seguir produciendo, vendiendo, creciendo y ganando a espuertas. Los recursos naturales se rarifican y encarecen y por tanto, los insumos. Al mismo tiempo, la producción global no repara en los límites físicos, hace del mundo su taller-almacén y, acrecienta el ritmo de la concurrencia, emergen nuevos actores en el escenario y el conejo salta pronto de la chistera: se reducen los márgenes del capital. ¿Y qué hace el capital para seguir acumulando? Achuchar a los trabajadores nacionales, reducir la remuneración de los más, “desclasar” las relaciones laborales y apelar a la vanidad y fatuidad de aquellos que le son más útiles y productivos para legitimar el equilibrio precario del statu quo económico… Y es que el Trabajo no está globalizado y no dispone de alternativa política ni económica para enfrentarse a la globalidad capitalista.

Pero, el discurso general, la metanarrativa que subyace, la interpretación predominante generalmente asumida no es ésta y la Izquierda Sistémica, hoy, está atrapada en las trampas discursivas de los hábiles prestidigitadores e ilusionistas del Poder Capitalista.

La Lucha Final está en el Lenguaje. Hemos de hacer prevalecer una interpretación que hable de la exclusión, de la acumulación abusiva, de los límites del planeta, de la emancipación de las personas, de la legítima decisión pública de los fines de la producción, de arquitecturas institucionales europeas y mundiales deficitarias, de la dilución progresiva de los derechos sociales… Discursos que señalen sin complejos las locuras de la “racionalidad” económica, que no confunda a los medios con los fines, que no normalice la exclusión sistémica de millones de personas …

Los discursos y narrativas varias con las que nos bombardean los medios —que algunos llaman de propaganda masiva — apuntan hacia lo contrario y es ahí donde se presenta la batalla: que si lo público es ineficiente e insostenible, que si lo prioritario es flexibilizarnos para crecer, que si han de flexibilizarse e individualizarse las relaciones laborales, que si hemos de asumir la socialización de pérdidas privadas por gestiones irresponsables, nos marean con que estamos pagando los excesos de los años locos del boom…

Entre tanto ruido mediático, ha de alzarse la voz y el discurso que haga prevalecer una interpretación emancipadora que cree realidad social. No olvidemos que la realidad social es un discurso que modula los hechos (aprendamos de la estrategia de guerrilla chic de la FAES). Necesitamos interpretaciones de los hechos que ganan para crear más espacios de libertad, emancicpación, igualdad y fraternidad. Toca luchar trabajando el discurso, el lenguaje, el relato para que la interpretación que estimamos justa VENZA. Sin complejos.

Me temo que ahora tenemos el mismo punch que el Fary de más casta en los MTV Awards. Pero todo se andará.

Salud a raudales a todas.

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