jueves, 7 de junio de 2012

Un país sin vergüenza

El Presidente del Tribunal Supremo gasta dinero público (más el gasto que ocasionan siete escoltas) en cenorrios en la muy nobre y honrada Marbella para intentar engatusar a un jovencito. Ultracatólico, le nombró un gobierno del PSOE. Un tal José Luis Olivas -que fue presidente de la Generalitat de Valencia- ha arruinado tres bancos: Bancaja, Banco de Valencia y de paso Bankia-La Caja del PP. El famoso Paco Camps sigue en la calle, podrá ver la Fórmula 1 mientras se recorta en I+D+i, Sanidad y Educación. Fabra, el cacique de Castellón, construyó un aeropuerto sin aviones. Gestores políticos del PSOE arruinaron Caja Castilla-La Mancha y ayudaron a promover el aeropuerto privado de Ciudad Real, también sin aviones. La Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia está infrautilizada: 1.100 millones. 94 de estos 1.100 millones han servido para pagar al arquitecto Calatrava. Dos ex-presidentes dos autonómicos del PP de Baleares (Cañellas y Matas) siguen en la calle a pesar de haber sido condenados por corrupción. El Bigotes y el Correa (los brazos ejecutores Gürtel-Financiación ilegal del PP) también están en la calle. Bankia-La Caja del PP era un modelo de gestión, hace un mes sus balances reflejaban un beneficio de 300 millones en 2011. Ahora, en junio, parece ser que ha perdido 23.000 millones. El responsable es Rodrigo Rato, va a cobrar una indemnización de 1.2 millones de euros por los servicios prestados. Otros altos directivos de Bankia-La Caja del PP cobrarán 14 millones de euros (sí, 14 millones de euros). Todos estos están en la calle. Calle que si conocen las miles de familias desahuciadas que cometieron el error de pensar que eran ricos y que podían tener una casa en propiedad. Rico era el anterior presidente de la CEOE, Díaz Ferrán que a pesar de tener una nutrida colección de coches de lujo se declaró insolvente para no pagar a sus trabajadores. También sigue en la calle.

El valedor político del PP de Valencia de los que usaban los fondos de la Cooperación al desarrollo para comprarse lofts y Cayennes sigue siendo portavoz en Las Cortes de Valencia (aunque parezca lo contrario, Las Cortes de Valencia no tienen nada que ver con Las Cortes de Bilbao). Los gestores de la empresa de aguas de Valencia esquilmaron 40 millones de euros para gastárselo en traductoras rumanas con las que compartían habitación de hotel (sic). Rita Barberá será reelegida por el pueblo valenciano aunque los gestores de Emarsa (todos del PP) los puso ella. Joseba Egibar se abraza en el Parlamento con aquellos ex-afiliados del PNV que junto a ertzainas se dedicaban a espiar a políticos. El miembro de la familia real Iñaki Urdangarin -alavés e hijo de un afiliado del PNV y pésimo gestor de la Caja Vital, q.e.p.d.- era contratado por equipos de futbol para que les asesorara. 800.000 euros a cambio de un powepoint de 12 páginas realizado por un becario al que pagaban en negro. Los equipos de futbol deben más de 700 millones de euros a una seguridad social deficitaria. Para tapar otros agujeros el PP ha decidido que el dinero del narcotráfico, la prostitución y la especulación inmobiliaria puede ser blanqueado al módico precio del 10 %.

Podría seguir, pero no es necesario. No por mencionar más escándalos va a pasar algo. Al contrario, en España nunca pasa nada, nunca se pagan responsabilidades. Este país ha perdido la vergüenza. Gran parte de la clase política ha perdido el respeto a las instituciones y a los votantes. Acumulamos escándalos una tras otro sin ningún problema. Situaciones que en la Europa a la que queremos emular supondrían dimisiones en cadena, aquí solo suponen editoriales interesadas de uno u otro signo –según el caso-. Solo hay que aguantar el temporal un par de semanas y a seguir Livin’ La Vida Loca.

La respuesta de la mal llamada oposición del PSOE es contundente, mucho: en el caso de Bankia-La Caja del PP, el escándalo del agujero de cuatro billones de pesetas se puede solventar con unas comparecencias en el Parlamento. Lo de Dívar, hombre, “se puede pedir la dimisión si no comparece”. ¿Los desahuciados? “Dejemos que se encarguen los del 15-M, que eso de protestar no es de políticos de Estado”. ¿Manifestarse delante de las casas de los arruinadores de cajas que se llevan 14 millones de indemnización? “Vaya, otro de la ETA”.

Se está analizando con detenimiento cuáles son los problemas y los retos a los que debe enfrentarse la socialdemocracia en Euskadi, España y Europa: adoptar un modelo económico propio, abrir a la participación de militantes y ciudadanos en los partidos y en el conjunto de la sociedad, rearme ideológico… Pero creo que la socialdemocracia, el PSOE, tiene que presentar una batalla atroz a todo el cúmulo de desvaríos y escándalos que salpican todas las instituciones del Estado. Tiene que ser el pepito grillo de la desclasada, desnortada y desentendida sociedad española. Tiene que ser la palanca de la recuperación de esa terrible sensación de ponerte rojo de indignación y vergüenza ante un escándalo.

Pero esto no se consigue de la noche a la mañana. Es un proceso largo. Pero es la responsabilidad histórica de la Izquierda aportar la dignidad y la honradez que le falta a la derecha. Una responsabilidad acentuada con el hecho de que el PSOE ha gobernado 22 de los 37 años de democracia. Si nunca pasa nada, si parece que hay una estrecha vinculación entre bastardos intereses políticos y financieros, si dimitir es un verbo que no se conjuga y que desaparecerá en la próxima edición de la RAE, algo de esto será por culpa del PSOE. Todos somos conscientes de que Pablo Iglesias se revolvería en su tumba si viera el comportamiento de parte de las élites políticas de la Izquierda: su condescendencia con el derroche de dinero público en proyectos inservibles o no estudiados, la hipocresía entre lo que se predica y cómo se vive, la creación de una nueva generación de señoritos bajo el paraguas del progresismo, la manera de entender el sindicalismo… Solo un dato: en el consejo de Bankia se sentaban un sindicalista de UGT, un miembro de IU y otro del PSOE.

Sí, el socialismo tiene que liderar otra ética de lo público en la que la austeridad, la honradez sean los principios motores. El socialismo debe ser ejemplarizante en sus cargos públicos y orgánicos, ser coherente con lo que se defiende. Nadie dice que un socialista no tenga derecho a una buena casa, unas buenas vacaciones y un buen coche pero de ahí a la impudicia del lujo o a la altivez con el que menos tiene hay un trecho.

Una nueva ética política en la que las decisiones sobre determinadas políticas e inversiones públicas se hagan de acuerdo a estudios y evaluaciones rigurosas y reales con claros parámetros de coste-beneficio. Es necesario establecer nítidamente la relación entre mala gestión y responsabilidades penales. Hay que armar y empoderar al Estado para que tenga herramientas para enjuiciar y encarcelar al prevaricador, al corrupto y al ladrón de guante blanco; impulsar un estricto Código del Buen Gobierno y del Buen Gobernante. Ha llegado el momento en el que es preferible pasarse de puritano e integrista que permitir tanta manga ancha, tanto mirar para otro lado, tantos delitos demostrados pero prescritos.
Si la Izquierda no lidera este cambio, no lo hará la derecha, no lo harán los empresarios, no lo harán los medios de comunicación (ya sean los de Pedro J. o Cebrián). Para la nueva ética de la responsabilidad política es necesario convencimiento, pedagogía y paciencia porque habrá que superar muchos obstáculos. Quiero pensar que en el seno de la Izquierda y de los dirigentes del PSOE existe este convencimiento. Si no fuera así habría que hacer tabla rasa de dos generaciones de políticos que han dirigido España durante 22 años. Dos generaciones: una que miró para otro lado cuando Juan Guerra ocupaba un despacho en la sede de la Junta de Andalucía, y otra que consintió el nombramiento de un consejero en Bankia. A grandes males, grandes remedios.



Escrito por R.Martín: rucarezkerretik@gmail.com

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