domingo, 14 de abril de 2013

Miopía

Julio Herrero Romero. @HerreroJulio jherrero2007@gmail.com

Está claro que Euskadi es un país de disensos. Es difícil encontrar asuntos en los que haya un acuerdo general, aunque sea de mínimos. Bien sea la enseñanza de idiomas en la educación pública, bien la propia ponencia de paz y convivencia en el seno del Parlamento Vasco, no hay manera de que todos se pongan a trabajar sobre bases comunes.

Lo de la educación tiene miga: ni siquiera consensuan si debe llamarse “trilingüe” o “plurilingüe” que posiblemente debe de ser una diferencia de mucha enjundia pero que los no entendidos creemos integrada. Intuyo que la cosa debe de ir si hay que ser vascoparlante antes de emprender otras inmersiones o simplemente aprender las tres lenguas simultáneamente. La política es lo que tiene: magnifica lo accesorio y olvida lo sustancial, que en este caso es que lo jóvenes puedan expresarse adecuadamente en las lenguas que necesiten. Me temo que tal como están las cosas habrá que añadir alguna otra: alemán, chino, brasileño o catarí.

Lo de la ponencia es todavía peor ya que se había llegado a un acuerdo previo al aprobar las conclusiones de la etapa anterior. El “suelo ético”. Y ahora es el PP el que no asiste por…ni ellos mismos se aclaran. Miedo a que el “relato” modifique aquellos puntos básicos alcanzados: no puede haber olvido de las víctimas, ni justificación de una violencia pasada. Y es impensable que esto ocurra por mucho que algunos quieran justificar en la falta de “diálogo político” las atrocidades cometidas, u otros, los crímenes de estado en la “situación vivida”.

No hay tampoco acuerdo en la política fiscal, ni en los presupuestos del gobierno y de otras instituciones, ni en qué hacer con las “preferentes” ni con los “desahucios”. No hay acuerdo en si somos una nación, o un pueblo, o un Estado, o nada. Lo único que parece suscitar unanimidad es que la situación es crítica, que a este paso el tejido social se descompone y que los recortes, ¡por fin!, son un desastre que nos lleva a la ruina. Miles de personas se lanzan a la calle pidiendo soluciones, cientos de empresas cierran por falta de crédito, y los sindicatos evitan estar juntos por el color de sus banderas y no unidos en la defensa de los trabajadores. ¿Cuánto tiempo tardaran en darse cuenta de que si las instituciones no resuelven los problemas, la sociedad prescindirá de ellas?


(Publicado en Diario Noticias de Álava, domingo 14 de abril)

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