viernes, 15 de marzo de 2013

Mintegi y el largo camino de EH Bildu

Aurelio Romero. Vitoria-Gasteiz. @romeronomada

Sólida o no, la creación de la ponencia de paz del Parlamento vasco propuesta por el lehendakari Patxi López en la anterior legislatura es la iniciativa más importante que se ha registrado en toda España tras el alto el fuego voluntario anunciado y hasta ahora cumplido por parte de ETA. Si en aquella ocasión fue la duda del PP para participar en dicha ponencia, en el Pleno de este jueves fue el duro debate entre PP y EHBildu lo que llevó a la presidenta jeltzale a posponer su constitución hasta que se recupere un nivel de diálogo razonable. Es muy probable que, de no haberlo pospuesto, se hubiera destruido ese conato de diálogo entre visiones diferentes de la reciente historia del País Vasco que, hasta ahora, al menos había permitido convertir el Parlamento en un foro menos interesado o “de parte” que cualquiera de los otros convocados o abiertos.

La presidenta Bakartxo Tejería erró el término cuando, poniendo freno a la discusión, apeló al “respeto” entre los miembros de la Cámara. En su intervención, Laura Mintegui, candidata a la Lehenkaritza por EHBildu y su portavoz Parlamentaria, se situó por encima o lejos de ese concepto al abandonar el lenguaje de la campaña electoral y recuperar los tradicionales planteamientos de Batasuna, como si ETA mantuviese su nivel de actividad y la presencia en el Parlamento de la izquierda abertzale fuese consecuencia de una laguna legal.

La intervención de Mintegui fue como un nuevo zarpazo de león mortecino donde aún cuesta ver que la carne vaya cicatrizando, cuando todo el país en su conjunto quiere creer, con un pie en la esperanza y otro en la desconfianza, que un nuevo tiempo va tomando tierra en Euskadi. Hace pocos días que Mintegui acudía al homenaje del Parlamento en conmemoración del asesinato de Fernando Buesa y su escolta, Jorge Díez. Ayer, la portavoz de EH Bildu reflexionaba al hablar de Buesa sobre los muertos que lo son por “causa política”, abriendo de nuevo el foso en el durante casi medio siglo se ha hundido tanta vida y tanto futuro.

Durante este año y medio desde el alto el fuego el debate ya no era la violencia y su legitimación por parte de los violentos, sino cómo ir poniendo una base sólida en esa raya negra del pasado. Hemos avanzado contra la equidistancia y a favor de la conveniencia –y la necesidad- de confiar en que el pasado no puede volver a ser futuro y que, mientras alguien va tomando apunte para el relato, vamos construyendo una nueva realidad sobre la que avanzar. Hoy reviven con fuerza las palabras de Koldo Martínez, portavoz de Geroa Bai junto a Uxue Barcos y presidente de la Asociación de España de Bioética, quien, tajante, afirmaba que la condena de la violencia es el principio de todo lo demás, siendo ese “todo lo demás” por lo que aspiramos. O cuando decía que no hay ética en la comparación de dos violencias desiguales, la de los violentos y la violencia del Estado cuando no cae en la ilegalidad.

Sabemos que el camino futuro sería, será, difícil, lento, complejo y por momentos frustrante. Partimos de una mínima sospecha de paz, pero todos nos hemos aferrado a él como el clavo ardiendo que nos revuelve mientras confiamos en que dure. Laura Mintegui y EH Bildu ha llevado el Parlamento vasco a un día cualquiera de hace dos años y ha provocado, como buscándolo, que la ponencia de paz embarranque contra las palabras o navegue con toda dificultad entre el hierro de la memoria.

Un año y medio de paz no es suficiente para reconstruir medio siglo de destrucción de la convivencia. Laura Mintegui salta por ambos lados del foso negro y anuncia que su recorrido es más particular que común, aun sabiendo que ese largo camino le lleva a ninguna parte.

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