miércoles, 29 de mayo de 2013

Información justa y subjetiva

Txarlie García. Las Arenas. @txarliegarcia

Decía en un reportaje el gran Gran Wyoming que a la hora de informar de lo que se trata es de decir la verdad, pero que se puede ser justo y subjetivo.

Soy de los que reniego de ese tufillo de buenrollismo y de la falsa objetividad. No podemos esperar que en los medios de comunicación (ni en mi blog) nos cuenten los hechos sin matices. Nada es blanco o negro, hay mil escalas de grises. Por eso cuando los ciudadanos, para informarnos, delegamos en los medios la tarea de filtrar, desmenuzar y analizar una noticia, cometemos un error grave.

Por ejemplo: determinar si un partido político dice o hace lo correcto ha pasado a depender del medio a través del que se lea. Los ciudadanos en general hemos dejado esa responsabilidad al medio de comunicación y por eso dependemos de que informe con veracidad. Pero los medios dimitieron de hacer esa función hace mucho tiempo.
Ahora prima vender, vender y vender. Todo consiste en vender titulares. Y para eso, si hace falta sacar de contexto, se saca. Si hace falta tirar de prensa rosa, se tira. Si hace falta casquería, se busca. Lo llaman "infoentretenimiento", pero tiene la pega de que nos "infoxica": no nos aporta información, pero permite mantenernos atentos para vender más publicidad.

Además, los titulares ya no duran 24 horas, duran horas, minutos. Los blogs, las redes sociales y el mismo Google son fuentes de información casi instantánea con la que tienen que competir los medios de comunicación tradicionales para atraer al consumidor. Y a esto le tenemos que sumar la falta de recursos en las redacciones: por una lado hay menos periodistas y por otro, los quedan tienen menos tiempo para contrastar noticias. ¿Qué calidad se puede esperar en una situación así? Desde luego, una calidad menor.

Por si fuera poco, además, tenemos que meter en la ecuación los propios intereses de cada medio. A las pruebas me remito: no hay más que abrir un periódico y ver como titula su apoyo o su rechazo a las decisiones de unos y otros partidos (de esto ya hablé en otro post). A veces uno no sabe si está leyendo una editorial o una noticia...

Para rematar al enfermo, tenemos que tener en cuenta que las personas apenas disponemos de tiempo para estar sentados leyendo y contrastando. "La vida de ahora no os deja estar quietos", que diría mi abuela...
Por eso me revuelvo cuando oigo la queja habitual de que los políticos no se ponen de acuerdo en algo. Si queremos, podemos decir, por quitarnos los remordimientos, que la culpa es de los políticos. O hasta de los medios. O de ambos. En realidad podemos decirlo sin esfuerzo, porque esto ocurre ya que es algo innato del cerebro, que tiene un mecanismo de defensa que nos impide entender lo que no queremos entender (también hablé de esto antes).

Ya que ni los partidos ni los medios son neutrales, el ciudadano tampoco puede ser neutral. Es responsabilidad de uno mismo filtrar, contrastar y analizar, de saber de dónde viene la información, porqué viene y cómo viene. Lo otro, el buenrollismo de la falsa objetividad es un suicidio social.

2 comentarios:

  1. No, hombre, no. Existen los hechos y luego vienen las interpretaciones. En periodismo, la objetividad consiste en ceñirse a los hechos y dejar las interpretaciones al lector. El terreno de la subjetividad es el otro, el de las interpretaciones, el de la opinión. Ya casi ningún medio practica esta regla del periodismo, pero esa «falsa objetividad» de la que hablas es un oxímoron, o hay objetividad o no la hay. Y donde no la hay, nunca, es en la interpretación subjetiva.

    Si lo que dices es que la militancia en el lado de la justicia exige sacrificar la objetividad —es decir, pasarse el relato objetivo de los hechos por el forro— para entrar directamente a saco en el ámbito subjetivo, estás diciendo que supeditas los hechos a la interpretación que tú vas a dar, es decir, que supeditas la verdad a «tu verdad». Siendo más recio, que supeditas la verdad a la interpretación política de los hechos. O dicho de otra manera para evitar las medias tintas: estás defendiendo que unos mismos hechos (lo objetivo) serán buenos o malos (subjetivo) en función de tu juicio (o del de Gran Wayoming), que es el bueno porque lo dices tú y tu ideología.

    Lamento decirte, amigo, que en mi molesta opinión este es precisamente el núcleo de la discusión política del siglo XXI. ¿A qué se debe la desafección de la sociedad de la política tradicional? A que millones de personas que disponen de información instantánea comprueban diariamente como unos portavoces políticos manipulan obscenamente la verdad delante de sus ojos, transmitiendo de forma indirecta el nauseabundo mensaje de que todos son iguales porque todos mienten, ya que todos defienden «su verdad».

    Esto no quiere decir que no haya posibilidad de interpretación política de los hechos. Al contrario. Los juicios deben basarse, precisamente en los hechos objetivos y no, como ocurre ahora, en las intenciones.

    En fin, me estoy enrollando en exceso y no era mi intención. Pero tengo la impresión (subjetiva) de que los nuevos líderes políticos o serán honestos, veraces y transparentes o no serán.

    Un saludo
    Josean Blanco

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  2. Sin duda alguna, Josean, la sentencia del último párrafo es eso, una sentencia. Amén.

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