lunes, 14 de mayo de 2012

¡Al toro! De encierros y cencerros

Y ahora, Bankia. Diagnóstico a vuela pluma: una de las entidades financieras sistémicas del sufriente paisito, a puntito de hacer catacrock y armarla parda, es nacionalizada. Se nos dice que por el bien de todas las españolitas y españolitos. Off the record, para tranquilizar a nuestros otrora “dadivosos” prestamistas que financiaron nuestro “nuevoriquismo”, que hicieron negocio, que ahora temen no recuperar lo prestado, y que, con eso de la desconfianza, nos prestan mucho más caro porque, a día de hoy, seguimos necesitando financiarnos fuera.

Acto y seguido, en menos que canta un gallo, se pone en marcha, nada menos que la cuarta reforma financiera desde 2008, para incrementar la confianza del otrora cuasi mejor sistema financiero del mundo. Y, de nuevo, barra libre, nuevo chorretón público de eurotones a montones a las entidades privadas. Tened en cuenta, sufrientes conciudadanos — nos dicen—, que Bankia es una entidad sistémica y que si una entidad sistémica cae, la financiación de la economía española se vería cortocircuitada. (La ciudadanía se queja. Pero,… ¡Haya Paz! Rauda y veloz, emerge la voz de la sabiduría desde el Sancta Sanctorum capitalista: No seas impertinente y demagoga ciudadanía. Da igual que el dinero público que han recibido no lo usen para la función social que se le presupone, financiar. Es por el bien de España, de Europa y del Mundo, porque España también es sistémica para el sacrosanto chiringuito capitalista global).

El resultado de este nuevo sainete del tocomocho financiero: a verlas venir, porque no sabemos si no hará falta una nueva reforma con su consiguiente manguerazo —y ya vamos unos cuantos— de dinero público, de nuevo, al sector privado.

Mientras…

Lagarde y Vam Rompuy aplauden con las orejas. Pero no; no somos de fiar aún. Nos queda el nubarrón del déficit. Europa aún no ha decidido si han de darnos permiso - estos vagos del sur - para permitirnos encorsetar el déficit un año más tarde y han de decidir si nos instan o no a apretarnos más el cinto alrededor de la cinturita de avispa que se nos está quedando. (¡Ay españolitos!, ¡A que os pedimos nuevas reformas! ¡Nos nos hacéis los deberes capitalistas con suficiente devoción!!Umm!!). Es decir, pasta a espuertas a los Bancos, recortes por doquier y pende la espadota de Damócles en forma de posibles nuevos recortes en políticas sociales…

Y nuestro ilustre y muy requetenacional gobierno, presenta la batería de medidas de economía de guerra capitalista como si se tratara de un equipo de asépticos técnicos que no hacen política, que se limitan a aplicar un conocimiento responsable, serio, no demagógico, no politizado, no ideologizado aunque abstruso para el ciudadano profano. Sí, ese mismo supuesto conocimiento técnico que generó la burbuja, ése que incrementa la desigualdad en el reparto de la riqueza entre capital y trabajo, ése que nos endeudó per secula seculorum, ése que nos arrasó y afeó el territorio, ese al que cedimos nuestra responsabilidad ciudadana y nuestro poder de crítica, ese al que la Izquierda —sí, admitámoslo, la Izquierda. Curémonos para salir con fuerza— dio demasiado pábulo y legitimidad durante muchos años…

Y para asegurarse el consenso y el patriotismo en el sufrimiento compartido –esto va por barrios, pero aceptemos pulpo como animal de compañía-, la caverna brama al unísono: los culpables, los sociatas y perroflautas facinerosos.

Hasta aquí.

Como dirían nuestros queridos vecinos del norte, Ras le bol! En castizo, ¡Hasta el excroto! ¿Dónde está la cámara oculta?

Bankia, pese a lo obsceno de la escena, no es más que otra vuelta de tuerca, la más reciente, en el marco de una acción global regresiva y antisocial, que fomenta una distribución de la riqueza más desigual entre el centro y periferia a escala global, nacional y local, que fomenta un rol de ciudadanía pasivo y en el que la acción pública prioriza —porque así lo decide conscientemente— la seguridad del factor productivo capital. Y a la ciudadanía, que se la den con queso. Sin medias tintas.

A las pruebas me remito; Bankia: no hay ni dinero ni decisión para aligerar el coste social de la mal llamada crisis, pero sí lo hay para salvar a Bancos Privados, todo por el bien de España. (Grita la caverna: ¡Qué demagogo! ¡Qué ignorante! ¡Qué poco patriota! ¡Ya me gustaría veros a los perroflautas trasnochados si quebraran los bancos! ¡Qué antisistema!) Y encima, habrá que darles las gracias.

Los poderosos prebostes que fomentan esta realidad económica —y política— angustiosa, rezuman un corpus teórico potentísimo que disfrazan de pulcra y aséptica técnica, y dan puntadas con hilo filo al construir un relato bien coherente en el que contraponen su “evidente sapiencia” con la supuesta chapuza, infantilismo, demagogia, prejuicios, trasnochadas ideologías —¡O cielos!, ha dicho ideología, ¡qué mal gusto!— de La Izquierda. Una Izquierda a la que retratan —menos mal que no tienen ideología— machacona y reiteradamente como caviar, burgesa-bohemia, desconectada de las necesidades del país, … en contraste con ellos —asépticos, técnicos, pulcros y guiados por la razón— que actúan por el bien de España.

Este discurso, este relato cansino pero efectivo cala en sociedad, sea en España, Francia, Grecia, Italia… y desarma la capacidad movilizadora de quien puede hacer frente a esta asepsia de naftalina, ésta que mata el Progreso social. Toca a las Izquierdas dar forma a un cuerpo teórico discursivo ideologizado que haga frente a las dentelladas de esta fiera de modales pulcros. Porque a día de hoy se echa de menos un afilado escalpelo ideológico con el que diseccionar e interpretar la realidad y dotar de sentido y dirección a la acción colectiva de una ciudadanía perdida, atomizada y temerosa.

Las izquierdas, fragmentadas en etiquetas variopintas —más marketinianas que de enjundia programática—, divididas por fronteras nacionales y ciegamente adscritas a un testarudo productivismo —un sacrosanto Citius, Altius Fortius económico— que obvia los límites de la base física de la que dependemos, asisten como convidadas de piedra a los toros desde la barrera. A día de hoy, ideológicamente famélicas para liderar una contestación social a tanta cornamenta. Nos enfrentamos atomizadamente a unos toros bravos globales que reparten estopa al unísono a ciudadanos nacionales-locales. Ciudadanos obligados a correr —en un encierro constante— despavoridos, atomizados, empequeñecidos y temerosos.

Se echa de menos una izquierda poderosa que señale y explique los afilados cuernos con los que estos toros globales ensartan cualquier obstáculo que les impida ampliar su poder y ascendente; una izquierda que coloque sonoros cencerros con los que veamos venir los afilados cuernos; una izquierda que genere sinergias allende las fronteras nacionales, porque el embate es sistémico, trasnacional y bien estructurado.

Gora a una Izquierda que nos describa bien el ruedo: estos toros bravos están programática e ideológicamente muy bien pertrechados, han logrado ocupar la centralidad de la plaza la cosa pública amén de la agenda mediática glocal; embisten y desgarran cualquier progreso social democrático conquistado; y son bravos defensores de la democracia orgánica, ésta de la “de por mis cojo…”.

Pero las Izquierdas, a escala global, están inconexas y acoquinadas, sentadas en los tendidos de sol de la plaza de su pueblo-terruño, quemándose y cegadas por tanta acción regresiva contra la ciudadanía, insistiendo en herramientas y análisis del pasado, relatando un cuento sin profundidad. Las izquierdas se queman la piel sin torero programático global presto a torear a estos morlacos sistémicos globales. Y las ciudadanías de cada país-ciudad, estructuradas en terruños, les toca asistir a una carrera de fondo, el que prima el sálvese quien pueda, sin poder apreciar por dónde ni a quién embestirá la turbocapitalista cornamenta, sin poder parar y aunarse para torear.

En plata, Bankia se nacionaliza porque hay que dar confianza y nuestro bienestar se precariza porque no es prioridad sistémica. Discurso político donde los haya. Elección de economía política de libro. Asistimos a una decisión política que decide velar por el Capital Global (Ceteris Paribus, con las normas de juego actuales, si cae Bankia, tiemblan España y Europa). El paisito, exhausto, tembloroso y sin fuerza. Las ciudadanías seguimos adscritas a un entorno nacional, fragmentadas por tontas identidades nacionales, competimos entre sí por unas migas —de un pastel cada vez peor repartido— en la división internacional del trabajo (atacamos cada vez con más furia a un ciudadano trabajador extranjero al que etiquetamos como inmigrante) y seguimos creyendo que hay que producir más (Si el trabajo es progresivamente factor productivo redundante y la creación de riqueza es una función social, por qué demonios no priorizamos producir menos repartir y repartir más… ! Seré perroflauta demagogo!).

Toca reducir los encierros ciudadanos, poner sonoros cencerros a las fieras, amansarlas y estabularlas. Es de ley.

Salud raudales.


Escrito por Rosa de Luxemburgo: rosaluxemburgo.1871.1976@gmail.com



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