domingo, 20 de mayo de 2012

Ajuste ideológico

Se viene hablando mucho de los ajustes en la prensa escrita, en cualquier programa que uno ponga en la radio o en la televisión y, especialmente, en este blog. Comparto la idea de que la política de ajuste sobre ajuste que está impulsando el Gobierno de Rajoy, de la mano de algunos dirigentes de Europa (me da vergüenza decir Unión), no sólo sirve ya para retrasar una recuperación que cada vez vemos más lejana, sino que todo apunta a que no nos va a sacar del atolladero.

Pero, más allá de lo económico, pienso que el ajuste busca un cambio de modelo en nuestro país. Pienso que el ajuste es sobre todo ideológico. En tres sentidos, en el social, en el institucional y en lo discursivo.

Es incuestionable, en primer lugar, que asistimos a un ajuste ideológico en lo social. El Gobierno Rajoy, entusiásticamente apoyado por su recién conseguido poder autónómico, se estrenó cargándose sin pestañear la dependencia, el aún no consolidado cuarto pilar del Estado del Bienestar. Posteriormente, celebró sus primeros 4 meses de mandato, dando un paso atrás de 40 años en cuanto a los derechos de los trabajadores y la función del sindicalismo en España, con la aprobación de la Reforma Laboral. Y en las últimas semanas, ha dado a conocer los recortes en Educación y Sanidad, unos recortes que además de suponer una pérdida en la calidad de la prestación de los servicios básicos, son un paso decidido hacia el fin de su universalidad.

Mi generación, no ha conocido un país sin sindicatos que velasen por el mantenimiento de unas condiciones laborales más o menos dignas, ni sin derecho a recibir educación básica o ser atendido en un centro de salud, al margen de la familia en la que hubiéramos nacido. Pero esto no significa que no lo vayamos a conocer. Y esto supone un cambio sustancial de modelo.

En segundo lugar, estamos ante un ajuste ideológico en lo institucional. Hace ya más de dos años, asistí a un curso que organizaba la Universidad de Alcalá. El curso se llamaba "El reto de la competitividad de la economía española", lo dirigió Rodrigo Rato y lo coordinó Juan Costa, y contó con la presencia de empresarios de primer nivel como el entonces Consejero Delegado de Zara, Pablo Isla, o el Presidente de AC Hoteles, Antonio Catalán, además de con relevantes miembros del Gobierno socialista. Una mayoría de la cincuentena de políticos (diputadados, senadores, parlamentarios autonómicos) que asistieron a aquel curso, pertenecían al PP y había una nutrida representación de CíU y el PNV. La representación del PSOE fue raquítica, apenas 3 ó 4 parlamentarios autonómicos.

En aquel curso, la clave para mejorar la competitividad, por lo visto, era la "inexcusable" necesidad de cambio del modelo de Estado. Se hablase de lo que se hablara, siempre salía a relucir esta necesidad. Era una auténtica obsesión. El Estado de las Autonomías - se decía - rompía la unidad de mercado, la condición necesaria para sacar al país de una crísis que aún no conocíamos al completo, ya que ni siquiera nos había presentado a su prima. 

En nuestros días, la forma en la que, por ejemplo, el Gobierno ha planteado los recortes en Sanidad y Educación, viene a coincidir con la visión que se expresaba en aquel maldito curso. Es igual que las Autonomías (unas más que otras) hayan hecho una gestión eficiente de sus competencias en esta materia. Es igual que existan mecanismos de coordinación interterritorial y órganos para el acuerdo entre el Estado y las Comunidades Autónomas. Más allá de los recortes económicos, es igual que hayamos vivido 30 años ininterrumpidos de progreso e igualación en las condiciones de vida de los ciudadanos del país gracias, entre otras cosas, al Estado Autonómico. Es igual. Y esto también significa un cambio de modelo.

Y en tercer lugar, considero que también empieza a tomar cuerpo un ajuste ideológico en lo discursivo. Un ajuste tan peligroso, al menos, como los dos anteriores. Ya en la campaña electoral, el candidato Rajoy deslizó más de alguna propuesta con tintes xenófobos, cuando se refería al excesivo volumen de personas inmigrantes que habíamos recibido en los últimos años o que hacían uso de los servicios públicos "de los españoles". Pero nunca como en los últimos tiempos hemos asistido a medidas concretas, que parecen encaminadas a propiciar la segregación y una mayor excitación de las bajas pasiones que todos llevamos dentro. ¿Es que acaso piensa el Gobierno que van a dejar los médicos de atender a una persona inmigrante que llegue a una consulta con síntomas evidentes de alguna enfermedad contagiosa? ¿O acaso soluciona algún problema en la sanidad pública dejar como única opción para estas personas la asistencia en urgencias? No, radicalmente, no. Lo que sí hacen estas medidas, es poner una alfombra roja a laprivatización a plazos (cada vez más cortos) de la sanidad en nuestro país.

Y estas medidas, vamos al ajuste discursivo, están siendo bien acompañadas por campañas públicas del partido que, a mi juicio, rozan lo inconstitucional, afuer de resultar indecentes. Sirva como ejemplo la campaña lanzada por el PP en Bilbao, en la que se denuncia que el Reglamento de Viviendas "favorece al colectivo de inmigrantes". "Primero los de Bilbao", se llama la campaña. "Primero los griegos" ha sido el eslogan que ha llevado al Parlamento griego al partido neofascista Amanecer Dorado. Y esto, también busca un cambio de modelo.


Dos ejes de acción: combatir el triple ajuste y estar en la calle

Dicho esto, cabría preguntarse si está (estamos) preparada la socialdemocracia de nuestro país para combatir este triple ajuste? ¿Cómo debe (debemos) hacerlo? Supongo que si lo supiera, estaría también escribiéndolo en este blog, pero, a buen seguro, desde un lugar diferente del que estoy en estos momentos.

De cualquier modo (y sirva esto para el debate en el foro abierto que pretende ser "Ezkerretik Ekintza - Con Mano Izquierda"), pienso que nuestra acción debe basarse en un doble eje.

Por un lado, debemos ofrecer alternativas creíbles ante el ajuste ideológico-económico. No podemos resignarnos ante la máxima del "no hay otra alternativa", porque la hay, las hay:
- Podemos y debemos construir una alternativa fiscal en nuestro país, que nos permita sostener los servicios públicos del Estado del Bienestar garantizando su universalidad. Y para ello, debemos hacer que sea más justa. La gente que está en nómina en España - un trabajador de la manufactura - paga menos impuestos que lo que se paga en Suecia (26 puntos menos) o que lo que se paga como media en la UE-15 (14 puntos menos). Pero observamos lo que pagan personas más adineradas - el 1% de personas con rentas superiores - la diferencia es mucho mayor (80 puntos menos que en Suecia y 50 menos que la media UE-15). ¿Alguien se atreve a decir que nuestra fiscalidad no diferencia entre clases sociales? Pues pongámonos a ello, porque utilizando proyecciones del profesor Vicenç Navarro, si España tuviera la fiscalidad de Suecia, el Estado ingresaría 200.000 millones más, con los que se podrían crear 5 millones de puestos de trabajo, haciendo que se multiplicara por 4 el número de empleados destinados a la garantización de los servicios del Estado del Bienestar.
- Podemos y debemos defender el Estado de las Autonomías (en nuestro caso particular, el Autogobierno vasco), proponiendo una reforma del mismo, haciendo una revisión crítica de las luces y sombras que ha arrojado en los últimos 30 años, que avance hacia una mayor federalización, valorando y replanteando el actual reparto competencial, creando una Cámara territorial, etc. Sólo quienes creen en el sistema, plantean su reforma. Por eso es necesario poner una alternativa encima de la mesa ya.
- Y podemos y debemos combatir el ajuste discursivo hacia el extremismo al que se nos quiere someter. Para garantizar la sanidad a las personas sin tarjeta, bastaría con recortar (levemente) el gasto en equipamiento militar. Pero para combatir el discurso xenófobo hace falta algo más, hace falta recuperar algo básico. Yo no reniego de ser quién soy, de ser hijo de quienes soy y de venir de donde vengo. Y como partido tampoco deberíamos hacerlo nunca. En demasiadas ocasiones en los últimos tiempos, he sentido que lo hacíamos, que renegábamos de ser quienes éramos. Porque sólo desde ese prisma, podría entenderse que a veces hayamos renunciado a defender lo que siempre hemos defendido: la dignidad de las personas, la igualdad de oportunidades para los más humildes. Y de aquellos polvos, estos lodos, porque (otra convicción profunda) creo que la gente, comparta o no tus propuestas, castiga a quien reniega de sí mismo.


Por otro lado, y para finalizar, debemos prestar atención a la calle... Qué digo! Debemos estar en la calle! Mientras se siguen escuchando en boca de responsables de la izquierda frases del tipo "esa no es nuestra gente", "es un movimiento que se creó para desalojarnos del gobierno", o "no tienen ni idea", 8 de cada 10 votantes socialistas, coinciden con los objetivos que plantea el movimiento 15-M. Pienso que debemos ser capaces de liderar a la sociedad, se encuentre ésta donde se encuentre, en las fábricas, en las instituciones o en la calle. Porque o la lidera la socialdemocracia, o corremos el riesgo de que sea liderada por el populismo. Y el populismo, puede tener su origen en la izquierda, pero acabar en la derecha más extrema. Ejemplos nos ofrece la historia reciente.

Iremos viendo.



PD. Un homenaje. El acojono que sentí al volver del curso de Galicia, quedó en nada tras ver vídeos como el que me envió el otro día un amigo que está en cama y a quien, desde aquí, deseo una pronta recuperación:




Escrito por Óscar Rodríguez Vaz: oscarrodriguezvaz@gmail.com

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