Caer en el chovinismo nacional es tentador, nadie puede
negarlo. Pero conduce, a todas las sociedades, a una caída inexorable. Sobre
todo a Europa. La fiebre chovinista fue la que hizo posible que partidos
socialistas europeos apoyasen los créditos de guerra en 1914.
Recientemente Antonio José Seguro, secretario general del
Partido Socialista de Portugal (PS), decía: “Los
países como Alemania que se financian a menos del 1% se benefician de la
desgracia de otros países”. (La
Vanguardia, 26-5-2012)
Resulta
lógica su reflexión "no tiene
sentido ser miembros de una unión económica y monetaria" en la que no
se solucionan esas diferencias. El compañero Seguro pidió un programa
financiero europeo que ayude a los países presionados por la crisis de la deuda
y la especulación de los mercados a refinanciarla sin que se convierta en una
carga insostenible, cuyos intereses exigen cada vez más austeridad y aumentan
la recesión y el desempleo.
Más allá de catástrofes o anuncios agoreros, lo cierto es que
no les falta razón a los compañeros portugueses cuando afirman que Alemania se
ha estado lucrando de la crisis de todos los demás. Deberíamos hacer un pequeño
matiz pues el beneficio real ha sido para el sector financiero alemán y no para
los trabajadores alemanes.
Sergei Stanishev dijo recientemente que los socialistas
europeos debemos “apoyar los Eurobonos
(…) junto con un impuesto a las transacciones financieras europeas y una mejora
del Banco Europeo de Inversiones”.
¿Cómo encaja en todo esto la posición de nuestros compañeros
del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD)?
Es evidente que encaja de forma complicada ya que el SPD está
afianzando su recuperación desde la debacle electoral
de 2009 (producida, por cierto, por los gobiernos de colaboración con la CDU)
desempeñando el papel de una oposición blanda distanciada de las posiciones de
sus compañeros europeos.
A pesar de que Sigmar Gabriel se haya podido
distanciar ligeramente de los recortes de la famosa Agenda 2010 de Gerhad
Schröder, la próxima votación sobre el pacto fiscal que Merkel impulsó con Sarkozy
es una oportunidad para poder demostrar su estrategia. Para ratificarlo en ambas Cámaras, con
mayoría de dos tercios, Merkel precisa el apoyo de la oposición.
Frank-Walter Steinmeier, jefe del grupo parlamentario del SPD,
dijo que “no votarán a favor del pacto si
no se acuerda también impulsar el crecimiento en Europa”. (Der Spiegel,
15-5-2012)
Lo
que no explica Steinmeier, ministro de Exteriores de la Gran Coalición
presidida por Merkel entre 2005 y 2009, es que “al crecimiento le pasa como a la paz o a la felicidad: todos lo
defienden, pero cada cual a su manera”.
Merkel
es contraria a cualquier estímulo que suponga pedir más dinero al Bundestag.
¿Es posible el acuerdo según los parámetros de Steinmeier? No. Pero el SPD no
exigirá al Gobierno que altere esta postura ni que se plantee la emisión de
eurobonos. Así comienza a producirse un distanciamiento del presidente francés
François Hollande. Debemos añadir que los socialdemócratas alemanes también se
han alineado con el Gobierno Merkel y con el banco central (Bundesbank) en sus
peticiones a Grecia sobre el cumplimiento de los acuerdos con la UE y el FMI
para conseguir más dinero.
En un momento en el que el Partido Socialista Europeo (PES)
está en plena campaña unificadora a través de la solicitud de un programa
europeo de crecimiento progresivo, no es factible que algunos solo piensen en
ellos mismos.
El proyecto europeo se basa en la solidaridad y el socialismo
también. Si no somos capaces de entender que la solución a la crisis solo puede
venir por la unificación de criterios a nivel europeo entonces seguiremos
perdidos en cuestiones nacionales.
Decía en un articulo en mi blog, Las premisas del socialismo europeo y sus tareas, que la concepción
europea de los ciudadanos debe comenzar por crear una conciencia europea dentro
de nuestros propios partidos. De lo contrario estaremos perdiendo el tiempo.
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